El País, Bratislava,
19.04.04
El nuevo jefe de Estado es un abanderado del mensaje nacionalista
El nuevo jefe de Estado es un abanderado del mensaje nacionalista
Ivan Gasparovic es el nuevo presidente electo de Eslovaquia.
Venció a Vladímir Meciar con un 60% de los votos en la segunda vuelta. Ganó con
una rotundidad sorprendente en unos comicios que se auguraban ajustados y en
los que su rival y antiguo jefe político, el ex primer ministro Meciar, partía
como favorito tras ser el candidato más votado en la primera ronda.
Aunque el interés por estas elecciones era escaso -en la
primera ronda votó el 48% y ayer el 43%-, el resultado indica que el temor a
una nueva era Meciar marcada como las anteriores por el autoritarismo
movilizó a sus adversarios.
Sus partidarios no se vieron motivados a acudir a las urnas,
según explican algunos en Bratislava, porque tampoco veían mayor diferencia
entre su líder y Gasparovic, que durante 10 años fue su mano derecha. Durante
una década nunca mostraron divergencias en su política nacionalista y todos
aducen motivos personales a su enfrentamiento. Son, salvo en talante, tan
intercambiables que se dio la situación insólita de que el Gobierno negó el
apoyo a ambos. El candidato del Ejecutivo era el ministro de Exteriores, Eduard
Kukan, respetado en Europa, que quedó eliminado en la primera ronda.
Gasparovic tenía el apoyo inicial de una serie de
grupúsculos derechistas nacionalistas y sus posibilidades parecían nulas. Pero
recibió el apoyo del populista Robert Fico, el líder de SMER, el principal
partido de la oposición al Gobierno cuatripartito de centro-derecha. Con el
resultado de la primera ronda, el Gobierno de Mikulas Dzurinda podía estar
seguro de que tendría un jefe del Estado que sería más obstáculo que apoyo a su
política de reformas.
Ésta ha avanzado en los últimos cuatro años para superar los
retrasos que impusieron a la liberalización los mandatos de Meciar. Eslovaquia
no entró en la OTAN en 1999, con Polonia, Hungría y República Checa, por ese motivo.
Lo hizo apenas hace un mes y el día 1 de mayo ingresa en la UE. Nadie en
Bruselas lo duda, por méritos del Gobierno de Dzurinda.
Pero son muchos los sectores que se resisten a las reformas
con obstinación. Fuera de la capital, Bratislava, las fuerzas liberales y
reformistas del Gobierno se enfrentan a inmensas dificultades para efectuar los
cambios ante la oposición de antiguas estructuras del poder comunista,
populistas y ultranacionalistas. En Kosice, por ejemplo, la capital oriental
del país, los símbolos de la hoz y el martillo siguen decorando plazas
principales a pocos días del ingreso del país en la UE. Ahora el Gobierno
contará además con una resistencia no declarada de un nuevo presidente,
Gasparovic, que, quizás menos beligerante y polémico que Meciar, coincide con
éste en el mensaje básico del victimismo y nacionalismo. Muchos temen que se
convierta en un abanderado del populista Fico en el hostigamiento a la política
de ajuste a las directrices europeas, en la que, a nadie se le oculta, falta
mucho por hacer.
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