Por HERMANN TERTSCH
El País Martes,
30.12.03
COLUMNA
Serbia ha votado el domingo y lo ha hecho con más
contundencia aún de lo ya esperado en favor de los ultranacionalistas,
comunistas y radicales antioccidentales y de los criminales de guerra que
llevaron al país al paroxismo identitario, a la guerra, a la ruina y finalmente
a la desmembración. Serán muchos los que se pregunten cuál es la íntima locura
que lleva a una sociedad a volcarse en favor de opciones que no sólo perpetuarán
su ruina, sino que podrían ser capaces de profundizarla por mucho que esto
parezca difícil de conseguir. En sólo tres años la población que acabó con el
régimen de Slobodan Milosevic y parecía decidida a romper definitivamente el
maleficio balcánico del odio y el rencor como cultura política, vuelve a
entronizar al nacionalismo ultramontano, al tribalismo despechado, victimista y
pendenciero.
El único dato inequívoco de los resultados de las elecciones
legislativas del domingo está en que el partido vencedor, con más de 10 puntos
de ventaja sobre el segundo, es la formación liderada por un criminal de
guerra. Aunque todavía no condenado por el Tribunal Internacional de La Haya,
que lo juzga actualmente, nadie puede calificarlo de criminal supuesto porque
él mismo, Vojislav Seselj, se ha vanagloriado siempre públicamente de su
protagonismo en la limpieza étnica y la siembra del terror por medio del crimen
tanto en Croacia como en Bosnia y en Kosovo.
A nadie puede dejar indiferente que el 27% del electorado de
un país europeo vote para dirigir su Gobierno a un hombre que siempre ha
expresado placer por la muerte de hombres, mujeres, ancianos y niños a manos de
sus bandas de asesinos paramilitares. Ni la crisis económica ni el hartazgo con
las intrigas, la ineficacia y la falta de resultados prácticos del Gobierno de
DOS que gobierna desde la caída de Milosevic pueden justificar semejante opción
política y moral. Con Milosevic todavía cabía explicar el apoyo
electoral con el miedo y la manipulación electoral. El voto del domingo no
admite argumentos tan piadosos.
Pero lo alarmante es que Serbia no nada esta vez contra la
corriente en su automutilación elegida y esta vez perfectamente voluntaria.
Porque no era necesaria tamaña confirmación del doloroso y temible hecho de que
hemos entrado en el nuevo milenio con un proceso de marcada regresión
democrática en muchas regiones del mundo, desde Rusia a Venezuela, desde
Bolivia a Ucrania. La ofensiva democrática de los años ochenta y noventa se ha
ido agotando de forma lenta, pero inexorable. Hace 10 años se hablaba del
"fin de la historia" como la entrada de una fase ya indefinida de
armonía en una comunidad internacional en la que la democracia y la sociedad
abierta serían axiomas incontestados. Serbia y otros países aún sumidos en el
salvajismo político del siglo XX previo a 1989, parecían tan sólo
"flecos" en el proceso, asignaturas pendientes de una carrera que,
antes o después, habría de llegar a buen fin. Aquel determinismo histórico de
los demócratas tras la caída del muro, tan disparatadamente utópico como el del
marxismo-leninismo, está ya hecho añicos como recuerda en su magnífico
libro Travesías liberales, del fin de la historia a la historia sin fin del
historiador mexicano Enrique Krauze.
Hoy el desprestigio de la democracia misma y de sus
instituciones internacionales más representativas la ha despojado de una
superioridad moral universalmente admitida hace sólo una década. La
responsabilidad de que así haya sido recae en no poco grado sobre las grandes
democracias, EE UU y la UE. La relativización del Estado de derecho y la falta
de respeto en las relaciones internacionales impuestas por EE UU han sido
determinantes. Europa ha hecho también su muy seria aportación con sus
querellas e impotencia.
Con los resultados habidos en Serbia, el partido de Seselj
no podrá gobernar previsiblemente. Pero hará oposición contra alguna coalición
frágil de las posibles entre nacionalistas moderados y demócratas siempre
desunidos. A falta de un éxito inverosímil de un Gobierno débil desde un
principio, los hombres del asesino tienen fundadas esperanzas de conseguir una
mayoría absoluta en unas próximas elecciones y no tener que esperar para ello
al final de la legislatura que comienza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario