miércoles, 18 de julio de 2018

¿QUÉ NOS IMPORTA?

Por HERMANN TERTSCH
El País  Martes, 29.06.04

TRASPASO DE PODER EN IRAK | LOS LÍDERES

A las 10.37 del día de ayer llegó a todas las redacciones del mundo suscritas al servicio de Associated Press (AP) una foto que da mucho que pensar. En ella se ve al ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, muy concentrado, escuchando por medio de auriculares un discurso, y tras él al embajador español ante la OTAN, Juan Prat y Coll, haciendo otro tanto. Lo sorprendente no es que el ministro y el embajador utilizaran auriculares -muchas veces se hace porque mejora la acústica, incluso cuando se domina el idioma que utiliza el orador-, sino que no hiciera lo mismo, nada menos que durante la apertura de la trascendental cumbre de la OTAN en Estambul, nuestro presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Si es cuestión sabida que el presidente del Gobierno no es precisamente un políglota, cabe preguntarse por los motivos de lo que difícilmente puede interpretarse sino como desinterés. Si a esta imagen se añade la decisión de Rodríguez Zapatero de abandonar la cumbre de Estambul poco después de inaugurarse y sin esperar a la intervención del presidente de Afganistán, Hamid Karzai, auténtico protagonista de una vasta operación en la que la Alianza Atlántica se juega nada menos que su credibilidad, y con ella una buena parte de nuestra seguridad común, no hace falta siquiera acordarse de la retirada precipitada de Irak -antes del 30 de junio se dijo y fue 48 horas después de decirse- para preguntarse si no estaremos dando una impresión manifiestamente mejorable entre aliados y enemigos.
Nadie le está pidiendo al presidente del Gobierno que demuestre tablas en el escenario internacional. Su afán viajero en el pasado ha sido menor si cabe que el que movía al gobernador de Tejas hoy ya más conocido -y algo más viajado- como presidente de Estados Unidos. Pero si un cronista tan avezado como el corresponsal diplomático de este periódico, Peru Egurbide, hace una directa relación entre este mutis descortés y el "cansancio relativo con la actividad internacional que el propio Zapatero declaraba en una entrevista publicada ayer ", deberíamos todos empezar a preocuparnos un poco por la indolencia que comenzamos a transmitir. Ya hemos sido el único país que ha abandonado a sus aliados en un momento de máxima tensión en Irak. Puede que este hecho haya apuntalado la popularidad del presidente en esta democracia tan emocionalmente levitante que utiliza la palanca del humor o talante popular para acabar insultando a hombres de trayectoria tan brillante e intachable como Paco Rubio Llorente por atreverse a discrepar, desde el Consejo de Estado nada menos, de las soluciones imaginativas del Gobierno en materia de justicia. Aquí ya vale con hacer ambiente para lograr imponer las "soluciones imaginativas" más yeyés y callar la boca a todo aquel que intente recordar los beneficios probados de cierta ortodoxia en cuanto a leyes, normativas diversas, ordenamiento territorial o relaciones internacionales. Quien ose hacerlo es difamado de inmediato como miembro irredento de la banda de la caverna o, en el peor de los casos, como legionario de Cristo.
En Irak, mientras tanto, ayer se produjo el traspaso de poderes al Gobierno iraquí, el ya ex procónsul Paul Bremer se ha ido a Estados Unidos y comienza a cristalizar la idea de que son muchos más los iraquíes que quieren una salida al conflicto como el esbozado frente a esos que por aquí tantos califican de gloriosa resistencia y que en gran parte no son siquiera ciudadanos del país. Por supuesto que todo es susceptible de empeorar en Irak y en todas partes, pero tras la resolución de la ONU y el acto de traspaso oficial de soberanía de ayer existen también posibilidades de que las cosas mejoren.
Si mejoran, los iraquíes y aquellos países que han estado hasta el final en este durísimo proceso no tendrán nada que agradecernos. Tampoco Karzai, que buscará en vano al presidente que se ha vuelto a Madrid a preparar una cumbre que todos los demás, desde José Manuel Durão Barroso a Jacques Chirac, Gerhard Schröder a Silvio Berlusconi, han tenido tiempo de preparar antes para después poderse tomar la molestia de escuchar las intervenciones de una cumbre de la OTAN en un país que va a ser la piedra angular de nuestra seguridad en las próximas generaciones.
Pero como nosotros somos tan soberanos y estamos dando lecciones al mundo con nuestra nueva doctrina, lo que suceda en Irak o lo que pueda decir Karzai sobre Afganistán nos importa lo mismo que a nuestro presidente el discurso no entendido en la Cumbre de Estambul.

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