El País Martes,
29.06.04
TRASPASO DE PODER EN IRAK | LOS LÍDERES
A las 10.37 del día de ayer llegó a todas las redacciones
del mundo suscritas al servicio de Associated Press (AP) una foto que da mucho
que pensar. En ella se ve al ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel
Ángel Moratinos, muy concentrado, escuchando por medio de auriculares un
discurso, y tras él al embajador español ante la OTAN, Juan Prat y Coll,
haciendo otro tanto. Lo sorprendente no es que el ministro y el embajador
utilizaran auriculares -muchas veces se hace porque mejora la acústica, incluso
cuando se domina el idioma que utiliza el orador-, sino que no hiciera lo
mismo, nada menos que durante la apertura de la trascendental cumbre de la OTAN
en Estambul, nuestro presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Si es cuestión sabida que el presidente del Gobierno no es
precisamente un políglota, cabe preguntarse por los motivos de lo que
difícilmente puede interpretarse sino como desinterés. Si a esta imagen se
añade la decisión de Rodríguez Zapatero de abandonar la cumbre de Estambul poco
después de inaugurarse y sin esperar a la intervención del presidente de
Afganistán, Hamid Karzai, auténtico protagonista de una vasta operación en la
que la Alianza Atlántica se juega nada menos que su credibilidad, y con ella
una buena parte de nuestra seguridad común, no hace falta siquiera acordarse de
la retirada precipitada de Irak -antes del 30 de junio se dijo y fue 48 horas
después de decirse- para preguntarse si no estaremos dando una impresión
manifiestamente mejorable entre aliados y enemigos.
Nadie le está pidiendo al presidente del Gobierno que
demuestre tablas en el escenario internacional. Su afán viajero en el pasado ha
sido menor si cabe que el que movía al gobernador de Tejas hoy ya más conocido
-y algo más viajado- como presidente de Estados Unidos. Pero si un cronista tan
avezado como el corresponsal diplomático de este periódico, Peru Egurbide, hace
una directa relación entre este mutis descortés y el "cansancio relativo
con la actividad internacional que el propio Zapatero declaraba en una
entrevista publicada ayer ", deberíamos todos empezar a preocuparnos un
poco por la indolencia que comenzamos a transmitir. Ya hemos sido el único país
que ha abandonado a sus aliados en un momento de máxima tensión en Irak. Puede
que este hecho haya apuntalado la popularidad del presidente en esta democracia
tan emocionalmente levitante que utiliza la palanca del humor o talante popular
para acabar insultando a hombres de trayectoria tan brillante e intachable como
Paco Rubio Llorente por atreverse a discrepar, desde el Consejo de Estado nada
menos, de las soluciones imaginativas del Gobierno en materia de justicia. Aquí
ya vale con hacer ambiente para lograr imponer las "soluciones
imaginativas" más yeyés y callar la boca a todo aquel que intente recordar
los beneficios probados de cierta ortodoxia en cuanto a leyes, normativas
diversas, ordenamiento territorial o relaciones internacionales. Quien ose
hacerlo es difamado de inmediato como miembro irredento de la banda de la
caverna o, en el peor de los casos, como legionario de Cristo.
En Irak, mientras tanto, ayer se produjo el traspaso de
poderes al Gobierno iraquí, el ya ex procónsul Paul Bremer se ha ido a Estados
Unidos y comienza a cristalizar la idea de que son muchos más los iraquíes que
quieren una salida al conflicto como el esbozado frente a esos que por aquí
tantos califican de gloriosa resistencia y que en gran parte no son siquiera
ciudadanos del país. Por supuesto que todo es susceptible de empeorar en Irak y
en todas partes, pero tras la resolución de la ONU y el acto de traspaso
oficial de soberanía de ayer existen también posibilidades de que las cosas
mejoren.
Si mejoran, los iraquíes y aquellos países que han estado
hasta el final en este durísimo proceso no tendrán nada que agradecernos.
Tampoco Karzai, que buscará en vano al presidente que se ha vuelto a Madrid a
preparar una cumbre que todos los demás, desde José Manuel Durão Barroso a
Jacques Chirac, Gerhard Schröder a Silvio Berlusconi, han tenido tiempo de
preparar antes para después poderse tomar la molestia de escuchar las
intervenciones de una cumbre de la OTAN en un país que va a ser la piedra
angular de nuestra seguridad en las próximas generaciones.
Pero como nosotros somos tan soberanos y estamos dando
lecciones al mundo con nuestra nueva doctrina, lo que suceda en Irak o lo que
pueda decir Karzai sobre Afganistán nos importa lo mismo que a nuestro
presidente el discurso no entendido en la Cumbre de Estambul.
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