El País Martes,
07.02.06
LAS CARICATURAS DE LA DISCORDIA
El grupo terrorista Hamás arrasa en las elecciones
palestinas, Irán dice querer la energía nuclear para fines pacíficos compatibles
con el exterminio del sionismo, en Irak los dirigentes chiíes deshojan
margaritas sobre sus lealtades y los terroristas se preparan para sazonar de
muerte la campaña electoral al Congreso norteamericano y fortalecer a quienes
quieren dejar en la estacada a la mayoría de los iraquíes comprometidos con el
proceso democrático. En Afganistán, los talibanes reflexionan sobre donde
exponer la cabeza del presidente Karzai y creen que, aunque en Holanda esta vez
no pudo ser, pronto tendrán maduritos a los parlamentos europeos para que
retiren sus tropas. En Siria, donde sin permiso del régimen no se mueven ni los
grajos, manifestaciones masivas queman embajadas y los mulás corruptos y
cómplices del régimen criminal de Assad hijo, exigen a Europa que les pida perdón.
En Beirut se ha abierto la veda del cristiano. Y mientras, nuestra gran
compañía del mundo libre, Google, se convierte en el mejor abanderado y símbolo
del Zeitgeist cuando, -ofendido, públicamente y entre aplausos-,
niega toda cooperación al Gobierno democrático norteamericano en la lucha
antiterrorista y -discreta pero diligente y servicialmente- acepta trabajar
para el régimen dictatorial chino en la censura y control de contenidos y
abonados. Son apenas unos retazos de actualidad para el segundo lustro del
milenio. Comienza entretenido.
Y sin embargo, quizás haya indicios de que podemos haber
entrado en un proceso de clarificación imprescindible y urgente. Aun con tantas
probabilidades de agotarse y fracasar, tiene algún viso de poderse articular y
llevarnos a conclusiones y reacciones mas allá de vergonzantes condenas a las
caricaturas o ridículas exhortaciones a la nada. La crisis desatada -que no
generada- por los dibujos del Jyllands-Posten podría suponer el
principio del fin de una gran quimera y de la hegemonía de un pensamiento tan
vago como débil. Puede que por fin se genere la movilización intelectual de las
sociedades democráticas contra ese Kulturpessimismus que intentan
imponernos la equiparación general de los valores y su devaluación a opiniones,
como base argumental del pacto con enemigos insaciables, el trueque de
principios y dignidad por hipotéticas armonías y promesas de paz.
No debiera descartarse que la historia haga referencia a la
intervención del domingo en Munich de la canciller alemana Angela Merkel. Habrá
en nuestro espacio cultural muchos con problemas para digerir esta escena del
"choque de civilizaciones" en estado puro: una mujer, la más poderosa
de Europa, advierte al representante de una mafia de clérigos medievales de que
"han cruzado la línea roja". Una mujer portavoz de la sociedad
abierta; una mujer libre, que vivió la dictadura comunista y con la conciencia
histórica alemana, que sabe que el nazismo triunfó por pasividad y complicidad
de los demócratas; nadie más apropiado para decir a los mulás que sus desafíos
tienen respuesta y que si las mujeres, los demócratas y la libertad son
pisoteados por ellos en Irán, nunca lo serán aquí. Aunque ardan embajadas, no
pasa nada grave que no sucediera antes de las caricaturas. Es posible que la
situación clarifique los frentes que ya existían, identifique a aliados y
enemigos reales, racionalice intereses y haga ver a muchos la inutilidad de
disculparse por ser libres o por existir. Puede que este proceso despeje muchos
malentendidos por el bien de todos, las sociedades islámicas y las occidentales
y sus relaciones. Las occidentales no han de mendigar cariños para defender los
principios que las convirtieron en prósperas y libres. Han de hacerse respetar
para no depender de la merced de quienes desde el victimismo y el resentimiento
creen poder movilizar en su favor la amenaza de un odio generado por su propio
fracaso y sus muchas miserias. Merkel ha recordado que el nazismo triunfó
cuando la sociedad libre se traicionó a sí misma. El nazismo y el comunismo
sucumbieron cuando fue mayor la determinación de hacerles frente que la
tentación de acomodarse a sus pretensiones. El islamismo ha expuesto esta
semana sus pretensiones con una claridad meridiana. Por un lado la amenaza de
la bomba, y por el otro la exigencia de nuestra rendición a sus exigencias.
Merkel ha respondido poniendo coraje y principios en el corazón del discurso
político de la Europa continental. Falta hace.
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