El País Martes,
10.10.06
COREA DEL NORTE DESAFÍA AL MUNDO
La nueva cultura de la inanidad nos interpreta siempre la
realidad con una más que exquisita, puntillosa neutralidad, por improvisada que
venga. Nos explica desde ayer que el mayor peligro que nos acecha ahora -ante
la terrible noticia de que Corea del Norte ha dejado de marear la perdiz al
Consejo de Seguridad de la ONU y realizado su primera explosión nuclear- es que
otros en la región respondan con sus propios programas nucleares. Acaba de
promocionar su bomba uno de los peores delincuentes del mundo y lo que alarma a
algunos es que Japón -u otros- decida disponer de la capacidad de defensa y
represalia frente a una amenaza que ya es real e inmediata. No todos los
miembros del club de la proliferación son iguales. Aunque haya quien piense que
un disgusto a George W. Bush bien vale una bomba nuclear en manos de asesinos
en serie. El Consejo de Seguridad está disgustado, dice. Si no se le ocurre algo
más en los próximos días para parar los pies al pequeño gran hombre de
Pyongyang, nos podemos enfrentar a tiempos más que inquietantes.
Lo cierto es que la proliferación ya generalizada parece la
evolución más lógica y previsible, pero no ya la más peligrosa. El escenario
peor está abierto. Pyongyang tiene ya la bomba y los misiles para
transportarlos. El chantaje a Japón, a Corea del Sur y otros vecinos ya ha
comenzado. Este fin de semana se celebró en Singapur la Conferencia sobre
Seguridad Asiática de la Fundación Konrad Adenauer en la que dos fantasmas
pesaban como losas sobre los debates entre analistas europeos y asiáticos: el
desprestigio de la democracia con el retorno del golpismo asiático con el caso
de Tailandia como paradigma y las amenazas para una seguridad estratégica en
esta región que reúne, gracias a las explosiones de crecimiento de China y la
India y el Pacífico como relevo del Atlántico como océano comercial
norteamericano, todas las condiciones para hacer del XXI el "siglo asiático".
El desprestigio de la democracia tiene diversas causas, pero las principales
-hubo unanimidad- son la corrupción y la falta de seguridad. Y significativo
fue que, a diferencia de años pasados en Bangkok y Yakarta, las principales
amenazas a la seguridad resaltadas no son las procedentes del terrorismo
islámico, sino las generadas por nacionalismos y revanchismos. El presidente de
Singapur, Lee Hsien Loong, advirtió allí -en la isla de Sentosa en la que en
1941 los británicos rendían Singapur y toda Malasia a los japoneses- que los
nacionalismos eran ya de hecho un serio peligro. Aplaudía el gesto del nuevo
primer ministro japonés, Shinzo Abe, de acudir en su primer viaje oficial a
Pekín y Seúl. Las heridas de la guerra siguen abiertas, dijo. Su padre, el aún todopoderoso
Lee Kuan Yew, describe en sus memorias el papel del odio entre las naciones
asiáticas que nunca han hecho un proceso de reconciliación como las europeas.
Recuerda que el periódico de la ocupación japonesa en Singapur no publicó la
noticia de la bomba sobre Hiroshima hasta el día 11 de agosto (fue lanzada el
6). Decía el Signan Shimbun: "Japón protesta por el ataque
contra Hiroshima con un nuevo tipo de bomba el pasado lunes". Lee, como la
inmensa mayoría de los asiáticos, aún celebra Hiroshima y Nagasaki. Nadie puede
descartar que Kim Jong-il además de amenazar a los vecinos decida erigirse en
vengador de los crímenes japoneses en Corea.
Sesenta años después, uno de los regímenes más canallas del
mundo, con total desprecio al individuo y a la vida humana, pero
implacablemente lógico en la instrumentalización del miedo, tiene ya un arma
para aterrorizar a los vecinos como hace con su población desde hace medio
siglo. El apaciguamiento obsequioso de los coreanos del sur ha servido tan poco
como la ya evidentemente falsa pretensión de China de tener un control efectivo
sobre Kim Jong-il o la de Rusia de ejercer cierta influencia. Una miserable
tiranía cuya población aterrorizada muere de hambre e infecciones sin osar un
lamento, tiene ya en jaque a la ONU, ha infligido un terrible revés -uno más- a
Bush y puede jugar a pedir para no proliferar ayudando a Irán o a cualquier
grupo con dinero y ganas de jugar a la amenaza. Si a Corea del Norte no le pasa
nada serio, nadie podrá disuadir ya a Irán de seguir tal camino. Como lo harán
los suníes en Egipto y en Arabia Saudí. Si Israel la tiene es porque temía lo
que ya es realidad. Pronto, si no hay alguna respuesta hoy difícil de imaginar,
ya no se jugará a tener, sino a usar.
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