El País Martes,
31.01.06
EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO
Tres días después de conmocionar al mundo con su arrolladora
victoria electoral en los territorios ocupados palestinos, y tras su larga loa
a Alá por humillar a los corruptos y a los infieles, Hamás habló ayer a la
comunidad internacional (el llamado Cuarteto de Oriente Medio, integrado por la
UE, EE UU, la ONU y Rusia) y especialmente a la Unión Europea, el mecenas de
una Autoridad Palestina que, de no haber más y mayores sobresaltos, pasará bajo
su control en las próximas semanas. Lo ha hecho por boca de su líder en Gaza,
Ismail Haniya, para demandar a la UE "neutralidad" y "apoyo
financiero", dos conceptos muy poco frecuentes en los discursos de este grupo
en las mezquitas o fuera de ellas. "Pedimos que entiendan las prioridades
de nuestro pueblo en estos momentos y mantengan su ayuda financiera y
espiritual para impulsar la región hacia la estabilidad y no hacia la presión y
la tensión".
Es triste saber que nadie en la UE llamará la atención al
gran líder Haniya por la ofensa que supone demandar a las democracias europeas
"neutralidad" en "la guerra sin cuartel contra el diablo
sionista" que "ha de ser destruido", según conceptos sí
omnipresentes en los discursos electorales que le han dado la mayoría absoluta.
Como onmipresentes estarán en el discurso europeo las voces que asegurarán que
los palestinos votaron a Hamás con la confianza de que no ganara, que Hamás en
realidad no piensa lo que dice o que cuando lo piensa es por culpa de Israel,
Sharon, el colonialismo, el imperialismo y Bush.
En el análisis europeo vuelven a quedar claras las dos
escuelas -muy bien descritas por Ulrich Speck- a la hora de enjuiciar el
fenómeno del islamismo. La primera escuela, la que manda por ejemplo en España,
nos describe el islamismo como movimiento reactivo a la agresión y el agravio
occidentales. El mundo islámico es una víctima del oprobioso pasado y presente
de Occidente, y sus actos, por abominables que sean, siempre son
"contextualizables", comprensibles, cuando no justificables. La otra
escuela considera que el islamismo es un movimiento autónomo con unos actores
que, aunque se nutran de agravios ciertos o percibidos, están firmemente
decididos a combatir hasta la muerte a todo lo que sea un obstáculo para la
creación del Estado islamista y la aplicación implacable de la sharia, de
los conceptos medievales de un Corán sin apenas margen de interpretación y de
la lucha sin cuartel contra todos los valores occidentales, desde la democracia
a la igualdad de sexos y los derechos humanos. Está claro que a Hamás le
conviene que el mundo actúe hacia ellos con el espíritu de la primera escuela.
Le encantaría que Europa se olvidara de la segunda. Pero ésta es terca y se
nutre de hechos, mientras la primera deglute y deposita ideología. El dilema es
viejo y se repite allí donde hay fuerzas que, con buenas o malas intenciones,
abogan por la conciliación con el enemigo de nuestro sistema de valores por
medio de la aceptación, al menos parcial, de sus motivos y métodos. Unos creen
que la integración los convencería de la bondad del sistema de libertades.
Otros piensan que supondría la destrucción del mismo. Israel está firmemente
adscrita a la segunda escuela por buenas razones: nunca habría sobrevivido a
una hegemonía de pensamiento de la primera. El triunfo de Hamás es un paso más
de un pulso largo, de final abierto e infinitamente peligroso, que se extiende
desde Marrakech a Mindanao, pero que tiene una partida capital ahora junto al
Jordán y otra pronto en Irán. Después probablemente haya que revisarlo todo
cuando la bomba nuclear haga su andadura convencional.
Hamás debe saber que será tratado como una fuerza política
normal cuando lo sea. Para ello ha de reconocer a Israel y abjurar de su
doctrina de destrucción. No será fácil. Son sus señas de identidad. Por eso nos
hallamos en un momento clave en el que cualquier paso atrás sería fatal.
Mientras, solo cabe advertir a Hamás que no debe insultar con demandas de
neutralidad y financiación. La grotesca coletilla sobre las
"prioridades" solo sugiere que el dinero no sería utilizado -de
momento- para matar judíos. La enésima tragedia palestina que supone la
victoria de Hamás no se debe a la retirada unilateral de Gaza, en contra de lo
dicho por el oportunista impenitente de Bibi Netanyahu. Al contrario, supone la
confirmación de su política de unilateralidad, ahora ya la única posible para
Israel y Occidente. Mientras Hamás sea Hamás.
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