El País Martes,
16.05.06
COLUMNA
El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, ha
pedido, como primer paso para buscar soluciones a la crisis generada por el
plan nuclear de Irán, que "todas las partes bajen su nivel de
retórica". En su mesurada recomendación, el gran jefe de la ONU advirtió
de que "todos tienen que mostrarse abiertos, incluido Irán, y volver a la
mesa y encontrar una solución". Resulta extremadamente alentador que haya
incluido explícitamente a Teherán entre los que hacen gala últimamente de una
retórica que se le antoja excesiva. Pero no deja de haber gente a la que casi
irrita más la retórica balsámica del señor Kofi Annan que los discursos
rotundos, animados y sin complejos del presidente iraní Ahmadineyad.
El líder iraní lleva ya más de un año regalando al mundo
sentencias y admoniciones sobre el carácter maldito y efímero del Estado de
Israel, el deber histórico de los hombres de la fe en el dios único de rematar
aquella tarea emprendida por Adolfo Hitler -entorpecida a última hora por
infieles de diverso pelaje- y lo muy dispuesto que está él mismo a ser venerado
hasta el fin de los tiempos por haber sabido encauzar y encabezar esta solución
final.
Tiene razón Kofi Annan: desde que todo el mundo (la mafia
clerical que lo llevó al poder, sus seguidores del islamismo radical
entusiasmados por el héroe retador y también sus enemigos y víctimas
potenciales) tiene claro que Ahmadineyad quiere la bomba, algunos han subido el
tono de sus advertencias. Pues no es sensato hacerlo, nos dicen, porque sube
"el nivel de retórica". Quien se proclama dispuesto no sólo a ejercer
represalias tras una tropelía, sino también a impedirla, se pone, dicen, al
mismo nivel que quien la proyecta y la promueve, un día sí y otro también, como
una solución desinfectante del panorama internacional, como esas latas del gas
Zyklon B con etiquetas de la Deutsche Gesellschaft für Schädlingsbekämpfung
(sociedad alemana de lucha antiparasitaria) que ayer estuve observando
atentamente durante el inenarrable recorrido que hice por el nuevo Yad Vashem.
El antiguo museo era aún un intento azorado de Israel por
entender su propia historia; el nuevo es una perfecta conmoción. Tiene poco más
de un año y parece arraigado como el Muro de las Lamentaciones o Al Aqsa. Aquí
en Jerusalén, Annan no se irritaría con la retórica porque el tono es
extremadamente pausado al hablar de Irán. Se diría que es tan suave la retórica
y tan lacónico el discurso al respecto, que nadie quisiera que en un hipotético
debate el fragor llevara a alguien a formular algo que hubiera de cumplirse. La
ventaja de hablar de amenazas, de guerra y miedo en Jerusalén es que, al
contrario que en Europa, EE UU, Rusia o países árabes, es casi imposible encontrar
bocazas y frívolos o descifradores en este terreno tan íntimo.
El fanático de Teherán parece retomar también la idea
original de su colega austriaco basada en que Israel, como en los años treinta
y cuarenta eran los judíos, es la única causa de los conflictos que mantiene
con las democracias. Eran muchos los occidentales que coincidían entonces, en
derecha e izquierda. Y hoy, no hace falta más que abrir los periódicos europeos
para ver cómo destilan el reproche de que Israel es culpable por tener la bomba
y que, si renuncia a ella, Teherán haría lo mismo y todos felices. En este
argumento sí que hay perfidia y matonismo. Deja la bomba, que te defenderemos
de mil millones de enemigos con resoluciones de Kofi Annan. Como entonces. Ya
saben, ese puntito de complicidad entre los realmente grandes de este
mundo.
Para que aquí nadie se confunda está Yad Vashem. Que en
Israel exista una ya madura cultura de no frivolizar con las amenazas tiene su
razón profunda en que durante años, y por escrito -ediciones de gala de Mein
Kampf-, a los judíos en Europa se les estuvo advirtiendo lo que se haría
con ellos. Se atiende. No hay necesidad de reinterpretar al enemigo como hacen
los europeos. Ese "quiere decir lo que no ha dicho". Los españoles ya
tenemos exégetas que nos interpretan las claras palabras, castellanas, de los
terroristas y piden a los demás que bajen la retórica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario