El País Martes,
25.10.05
COLUMNA
Los taxistas -fuente de información tan razonable como
inútilmente vedada en este y otros periódicos- suelen ejercer en todo el mundo
de comentaristas políticos muy cínicos. Mucho más antes de elecciones. Cuentan
que los taxistas de Varsovia han hecho campaña entre sus clientes en favor de
la abstención en las elecciones presidenciales del domingo. Si es así no les
salió mal a la vista de que el 49% de los electores no votó. Resultaba
ridículo, decían, acudir a estas alturas a las urnas a dilucidar entre un
"amigo de los millonarios" o "un comunista". Se podía
deducir que el "amigo de los millonarios" tenía que ser Donald Tusk,
candidato de la Plataforma Cívica, un liberal, europeísta y cosmopolita
ilustrado, favorito de los polacos urbanos, viajados y leídos. Pero muchos no
podían entender la osadía de calificar de "comunista" al piadoso
católico, patriota tradicionalista y feroz anticomunista que es Lech Kaczynski,
ya flamante vencedor y próximo presidente de la República con un 54% de los
votos. En Polonia, el término comunista se utiliza como insulto por
motivos obvios, pero también se ajusta para definir a cualquiera que pretenda
entrometerse en la vida de los demás para bien y para mal. Los polacos han
elegido al que asegura que protegerá mejor a los taxistas frente a los
atracadores pero perseguirá a los taxistas por hacer carreras a los
prostíbulos.
El nuevo presidente Lech Kaczynski es un personaje muy
peculiar, entre otros motivos porque tiene un hermano gemelo idéntico,
Jaroslaw, que mandará aún más en la nueva legislatura polaca, como jefe del
Partido Ley y Justicia que presiden juntos. Lech y Jaroslaw son dos gemelos muy
famosos en Polonia como protagonistas de películas infantiles de televisión en
el posestalinismo. Sus espectaculares triunfos políticos vienen a ser lo que
habrían sido las Kessler como presidenta federal y jefa de la CDU o a las
inolvidables Pili y Mili en La Moncloa y en Ferraz. Jaroslaw renunció a
encabezar el próximo Gobierno para no convertirse en obstáculo para el nuevo
presidente. Un presidente y un primer ministro con rostros idénticos habrían
planteado una situación en exceso rocambolesca incluso para Polonia.
El electorado polaco ha optado por la opción
nacional-conservadora, euroescéptica, proteccionista y tradicional dirigida por
los Kaczynski bajo el nombre nada ambiguo de Ley y Justicia (PiS). Ha sabido
captar el voto de los ultranacionalistas de Autodefensa de Andrzej Lepper sin
asustar a parte del centro. Es de esperar que su retórica montaraz se apacigüe
bajo la responsabilidad de gobierno. Ya ha ofrecido al derrotado Donald Tusk la
presidencia del Sejm (Parlamento) para escenificar la voluntad de cooperación
de los dos grandes partidos que comparten su origen en el movimiento
Solidaridad. Pero el fenómeno más espectacular y profundo que hubo en Polonia
no es sino la desaparición de la izquierda del mapa político. En Polonia se ha
producido la radical restauración del escenario político que existía en las
democracias europeas -y que prevaleció en Estados Unidos- antes del surgimiento
de los partidos obreros de corte marxista. Las dos grandes opciones -una
liberal y la otra nacional-conservadora (el millonario y el comunista)- se erigen
como únicas fuerzas relevantes, con diferencias de énfasis pero sin el menor
resabio redentorista. La corrupción ha dado el golpe de gracia a unos
socialistas ex comunistas que se habían deshecho con más facilidad de la
ideología que de los hábitos. La vida sigue siendo dura para muchos polacos,
los miedos a la globalización existen, las tensiones no son pocas. Pero el
dinamismo social es tan evidente como el incremento del bienestar. Y aunque
oyendo a sus políticos parezca increíble, el 73% de los polacos se declara
optimista respecto a su situación personal. Dinamismo, esperanza, consenso
básico, concordia nacional y fronteras seguras. Los Kaczynski pueden ser un
horror estético como cuando hacían cine. Pero no malgastarán este capital del
que tan orgullosa puede estar Polonia tras siglos de dictaduras, invasiones y
zozobras.
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