Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
13.05.91
LA INESTABLE YUGOSLAVIA
Los presidentes serbio y croata aúnan esfuerzos contra las
minorías
El presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, y su adversario
político y homólogo croata, Franjo Tudjman, están de acuerdo en ignorar los
resultados del referéndum celebrado ayer por la minoría serbia en la rebelde
región croata de Krajina. El acuerdo para poner fin a la rebelión en Krajina y
otras zonas serbias en Croacia que siguen fuera del control de las autoridades
croatas, pese a la presencia del Ejército federal, está ya maduro y podría
concretarse en la reunión de los presidentes de las repúblicas que se celebrará
en Sarajevo el jueves próximo, según coincidían ayer fuentes cercanas a Tudjman
y al Gobierno serbio.
Por otro lado, las autoridades de Croacia y Eslovenia
cuentan con el apoyo de Macedonia y Bosnia-Herzegovina para impedir que
fructifique cualquier intento de evitar en el último momento el acceso del
representante croata, Stipe Mesic, al cargo de presidente de la presidencia
colectiva federal el próximo miércoles. Fuerzas serbias leales a Milosevic y al
actual presidente de la jefatura colectiva del Estado, Borisav Jovic, así como
parte del mando del Ejército, intentan desde hace meses impedir que se produzca
la rotación constitucional el día 15 de mayo. Milosevic, que ha fomentado en los
pasados meses el radicalismo nacionalista serbio en desafío a Zagreb en esta
región hasta crear allí una situación de preguerra civil, no tiene intención de
hacer confirmar al Parlamento serbio, en el que cuenta con mayoría absoluta, la
decisión secesionista que con práctica seguridad emanará de la consulta, según
las citadas fuentes.
Un reconocimiento oficial de Serbia de la anexión de
estos territorios croatas sería una práctica declaración de guerra a Croacia.
En una conferencia de prensa en Zagreb, Tudjman dejó de amenazar con la
posibilidad de una secesión total de Croacia para plantear como "única
solución viable" la confederación.
Sorprendente moderación
Milosevic, por su parte, ha actuado en los últimos días con
sorprendente moderación y evitado toda acción que pudiera interpretarse como un
impulso a la insurgencia serbia en Croacia. Según medios políticos de Belgrado
podría incluso haber dado su visto bueno a una orden de detención contra
Seselji, un agitador extremista serbio que Milosevic utilizó para evitar que la
oposición nacionalista radical de Vuk Draskovic en Belgrado se beneficiara del
fervor nacional y odio al croata que campa entre la población serbia. Seselji
ha hecho claros llamamientos televisivos a la guerra y al terrorismo contra la
población croata.
Con el acuerdo de principio entre Tudjman y Milosevic, la
consulta realizada ayer carece de valor y efecto, a no ser el de mantener el
peligro desestabilizador. Cualquier nuevo enfrentamiento directo entre la
policía croata y los rebeldes serbios armados podría dar al traste con todos
los esfuerzos por recuperar una mínima estabilidad para poder mantener vivo el
diálogo entre las repúblicas.
Milosevic y Tudjman, ambos en una difícil situación por la
escalada de la tensión étnica que ambos iniciaron, pero que ya ha escapado de
sus manos, parecen decididos a reafirmar sus propias situaciones dándose,
respectivamente, carta blanca en sus territorios. Tudjman ha manifestado en
privado que el plan de pacificación de cinco puntos de la presidencia yugoslava
otorga a Zagreb competencias para "implantar el orden" y que está
decidido a hacerlo en las próximas semanas.
Sus interlocutores interpretan estas palabras como el
anuncio de que pronto procederá a desarmar a todos los civiles armados en las
regiones conflictivas de Croacia -entre ellas, Krajina-, medida que afectaría
en su mayoría a los serbios. La mayor parte de los croatas que han recibido
armas son reservistas y por ello considerados por Zagreb como miembros de las
fuerzas de seguridad.
Según Tudjman, Milosevic estaría de acuerdo con esta medida
si se dan garantías de seguridad a la minoría serbia y el Ejército participa en
la acción para impedir nuevos choques.
No es la primera vez que los dos grandes enemigos en la
escena política yugoslava se ponen de acuerdo en sus fines cuando sus intereses
coinciden.
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