Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
22.05.91
EE UU intervino ayer abiertamente en la crisis política de
Yugoslavia y puso así fin a la neutralidad observada por Occidente en el
conflicto entre las dos principales repúblicas, Serbia y Croacia. La
Administración norteamericana advirtió ayer a Belgrado que no puede esperar
ayuda exterior, que es imprescindible para su decrépita economía, si el
representante croata no accede a la jefatura del Estado, tal como establece la
constitución yugoslava.
Washington salió ayer así claramente en defensa del
representante de Croacia en la presidencia, Stipe Mesic, que el lunes se había
autoproclamado presidente de la jefatura colectiva del Estado y en contra de la
operación obstruccionista de Serbia, que trata de impedir el nombramiento del
primer máximo representante no comunista del Estado en Yugoslavia desde 1941. En
continuos contactos bilaterales en las últimas 36 horas, Washington manifestó
al primer ministro Ante Markovic que la única opción aceptable es el
nombramiento de Mesic como jefe del Estado. Washington sale así al paso de
ciertos indicios que apuntaban a que Markovic intentaba cubrir el vacío de la
presidencia con un gabinete de crisis con ambición de convertirse en Gobierno
de salvación nacional.
Markovic no había revelado hasta ayer a quién se debe su
lealtad, si a Mesic o al resto de la presidencia bajo control de Serbia, pese
al llamamiento en este sentido del croata. La intervención de EE UU le ayudará
sin duda a optar por Mesic. Queda por definirse la opción del Ejército, muy
hostil a Mesic y que sin duda interpretará la toma de posición norteamericana
como una injerencia.
Con la presidencia federal partida en dos alas
irreconciliables, Occidente comenzó a reaccionar contra las maniobras de
Serbia, a la que muchos observadores consideran ya el último reducto
bolchevique de Europa.
Propuesta personal
Horas después de anunciar Mesic en Belgrado que se considera
en el cargo de presidente de la nación y que ha convocado una reunión de la
misma para los próximos días, los aliados de Serbia descalificaron la
convocatoria como "propuesta personal y no oficial de Mesic".
Washington había anunciado el lunes sanciones económicas
contra Yugoslavia, que justificó con la actual política serbia bajo Slobodan
Milosevic, tanto en la continua y sangrienta represión de la mayoría albanesa
en Kosovo como en el bloqueo de la rotación en el cargo de presidente de la
jefatura colectiva del Estado.
El presidente norteamericano, George Bush habló, el mismo
lunes por la noche durante media hora con el primer ministro federal, Ante
Markovic. Horas después, en la mañana de ayer, el embajador de Estados Unidos
en Belgrado, Warren Zimmermann, acudía a un encuentro con el primer ministro y
dejaba meridianamente claro que las sanciones pueden levantarse con la
condición de que las repúblicas hostiles a Croacia levanten su veto sobre la
rotación constitucional que ha impedido al croata Stipe Mesic acceder a la
presidencia.
Desde hace años Europa Occidental y EE UU han observado con
pasividad la represión a que están sometidos los albaneses en Kosovo. Sin
embargo, la operación dirigida por Serbia para impedir la rotación
constitucional en la presidencia federal y el vertiginoso agravamiento de las
relaciones interétnicas en Yugoslavia han obligado a los gobiernos occidentales
a tomar la iniciativa.
Después de que el Parlamento Europeo advirtiera en contra de
cualquier solución militar, Austria propuso una mediación occidental entre los
dos frentes al parecer irreconciliables.
Ayer, el embajador norteamericano dejó claro que Washington
es consciente de que el riesgo de que la obcecación nacionalista de las dos
partes enfrentadas en Yugoslavia, el odio interétnico fomentado por intereses
políticos y diversos proyectos aventureros como deportaciones masivas de
población o cambios de fronteras internas afectan a los vecinos de Yugoslavia
y a la seguridad en Europa Central y el Mediterráneo.
El Bundestag alemán también aprobó una resolución que llama
a ejercer mayor presión sobre las partes implicadas en la crisis.
Sin embargo, la Comunidad Europea no tiene la intención de
cortar la ayuda a Yugoslavia, según informó ayer un portavoz de la Comisión Europea.
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