Por HERMANN TERTSCH
El País, Zagreb,
21.05.91
El anuncio de sanciones económicas norteamericanas a
Yugoslavia por su sistemática violación de los derechos humanos en Kosovo cayó
ayer como una bomba en todas las capitales de este Estado en pleno deseo ni
posición. Estados Unidos ha cortado toda su ayuda financiera y ha retirado su
apoyo a la concesión de créditos del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial. La decisión llega en un momento en que, como dijo ayer el croata Stipe Mesic tras asumir la presidencia colectiva, el país está "al borde del
colapso económico".
Las sanciones norteamericanas profundizarán aún más si cabe
las ansias de secesión de croatas, eslovenos y otros pueblos que se ven
castigados por unas violaciones de los derechos humanos cometidas
exclusivamente por Serbia. Desde que llegó al poder en 1987, el líder serbio
Slobodan Milosevic ha implantado en Kosovo un régimen de terror político,
racial y económico cuyas víctimas son la mayoría albanesa, que supone el 90% de la población.
Hay encarcelamientos, despidos masivos, un goteo de muertos
que se cuentan ya por centenares y una implacable represión cultural cuyo
pretexto es la "lucha contra el separatismo albanés", pero cuyo
verdadero fin es reservizar por la fuerza Kosovo, considerada por los
serbios como cuna de su nación.
Cambiar realidades tan tangibles como la relación étnica de
uno a diez entre eslavos y albaneses ya no es posible sin la fuerza. El terror
de Serbia en Kosovo tenía como objeto incitar a la huida hacia Albania de
tantos albaneses como fuera posible. Pero también los albaneses consideran
Kosovo como su tierra. El próximo paso ya en estudio, y que sólo masivas
presiones occidentales podrían evitar, es la expulsión por medios militares de
centenares de miles de albaneses a través de las montañas malditas que separan
Kosovo de Albania. Las imágenes del éxodo kurdo podrían repetirse muy pronto en
los Balcanes.
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