Por HERMANN TERTSCH
El País, Bratislava,
10.06.91
La decepción en Europa del Este por la falta de disposición
occidental a asumir sacrificios para la recuperación económica y reconstrucción
de las economías de los países salidos de las dictaduras comunistas se ha hecho
patente en la conferencia del Instituto de Estudios Estratégicos Este-Oeste que
concluyó ayer en la localidad eslovaca oriental de Bardejov.
Hungría, Polonia y Checoslovaquia advirtieron a Occidente
que la ayuda a sus reformas pasa en primer lugar por la apertura de los
mercados occidentales y el desmantelamiento de las barreras discriminatorias
existentes, y solicitaron que esta cuestión sea incluida en la agenda de
trabajo de la reunión de los Siete Grandes que se celebrará en
Londres. Representantes de los tres países ex socialistas de Europa central y
oriental que más han avanzado en sus reformas hacia la economía de mercado y
coorganizadores de la conferencia se quejaron unánimemente de que los aplausos
y parabienes occidentales por la liquidación del socialismo real no son
acompañados por decisiones políticas imprescindibles para la recuperación
económica de estos países.
Varios dirigentes occidentales, desde el vicepresidente
norteamericano, Dan Quayle, que asistió a la apertura, hasta la presidenta del
Parlamento alemán, Rita Sussmuth, que estará hoy en la clausura, han podido
comprobar en esta aldea eslovaca que los Gobiernos de Polonia, Checoslovaquia y
Hungría consideran pasado ya el tiempo de altisonantes celebraciones del fin
del comunismo.
Apertura de los mercados
La conferencia fue inaugurada por el presidente
checoslovaco, Vaclav Havel. Aunque, probablemente por ser anfitrión, Havel
mantuvo en un segundo plano las expectativas de ayuda, el presidente húngaro,
Arpad Goncz, y el primer ministro polaco, Jan Bielecki, dejaron claro que, sin
la apertura de los mercados occidentales para los productos de sus países,
todas las promesas de ayuda son hueras.
Dan Quayle constató "con satisfacción que el comunismo
ha desaparecido en el basurero de la historia", y aseguró que intervendrá
a favor del desmantelamiento de barreras comerciales para los citados países.
Éstas afectan en especial a los sectores textil, siderúrgico y alimentario.
Polonia, Checoslovaquia y Hungría están coordinando cada vez
con más intensidad su política hacia occidente a la vista de una falta de
resolución occidental que afecta a los tres países por igual.
Havel destacó en su discurso de apertura que la región
centroeuropea que forman estos tres países no quiere pasar a ser una
"tierra de nadie" que navegue entre una comunidad occidental cerrada
y una Unión Soviética en plena descomposición.
La desaparición en la práctica de la URSS como mercado para
los productos de estos tres países desde que el 1 de enero pasado fue impuesto
el comercio con divisas convertibles ha supuesto un gravísimo golpe a sus
economías, que no ha podido paliarse siquiera con exportaciones a Occidente por
las restricciones comunitarias a la entrada de sus productos. El presidente
húngaro tuvo palabras aún más amargas hacia Occidente, recordando que ya en los
aplastamientos de los levantamientos populares de estos países contra la
ocupación soviética, Occidente había permanecido inactivo. Advirtió que, con su
falta de respuesta a los llamamientos a abrir sus mercados, los países
occidentales reincidían en esta actitud.
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