Por HERMANN TERTSCH
El País, Glina,
27.06.91
YUGOSLAVIA, AL BORDE DE LA DESINTEGRACIÓN
Los tanques federales cercan a Croacia
La fiesta de gala con que el presidente Franjo Tudjman había
obsequiado a parlamentarios, Gobierno y prensa extranjera en Zagreb acababa de
concluir. Aún resonaba la solemne declaración de "el estado de Croacia ha
nacido" y los aplausos y vítores de los padres de su constitución. Los
ciudadanos de Zagreb se habían abrazado por las calles y las banderas con el
damero roji-blanco ondeaban en las principales calles de la ciudad.
En cuanto se apagó el bullicio oficial resurgió la
sangrienta realidad. La explosión de bombas y minas, intensos tiroteos y los
primeros muertos de la independencia en Glina fueron la primera respuesta que
recibió el autoproclamado Estado soberano croata. Después, los carros de
combate del Ejército federal rompieron una vez más el pavimento de las
carreteras de la región de Glina. A mediodía proseguían los tiroteos esporádicos
pero el ejército no permitía ya entrar a nadie en la ciudad. En los campos
circundantes, campesinos croatas armados con ametralladoras alemanas de la
Segunda Guerra Mundial, algún Kaláshnikov y muchas escopetas de caza,
escuchaban indignados los pormenores del asalto que les narraban dos policías
que habían logrado huir al campo y se habían escondido allí poco antes.
"Seguirán con los ataques y creo que habrá guerra, los
serbios quieren guerra", decía uno de ellos. Ni los policías ni los
campesinos, que conducen a cinco periodistas a través de caminos ocultos hasta
el límite de la ciudad, se fía del ejército que se halla a pocos metros.
La proclamación de independencia no ha dado a las
autoridades croatas mayor control sobre los 600.000 serbios que viven en su
territorio, la mayoría de los cuales odia a muerte a Tudjman y a su gobierno.
Muchos recuerdan que el día de la Pascua ortodoxa de 1941, los ustachas croatas
encerraron a más de 2.000 serbios en la iglesia a la que después prendieron
fuego.
Nadie sobrevivió. Los serbios de Glina, el 60% de los 25.000
habitantes, son buenos receptores para la propaganda del radicalismo serbio.
Consideran a Tudjman igual que aquel Ante Pavelic, líder de los ustachas
fascistas en 1941, responsable de aquellas matanzas.
Armados, organizados y adoctrinados por la llamada milicia
de Krajina, una banda que emula a los cetnik serbios de la guerra
-los nacionalistas monárquicos que compitieron en barbarie con los ustachas-
han protagonizado la primera gran operación armada contra la Croacia
independiente. No solos, sino con comandos de Knin y de Bosnia, dicen unos.
Bloqueo de carreteras
Los campesinos croatas de la región pasaron su primer día de
independencia en las carreteras, apostados en los densos bosques junto a
barricadas. Viejos salían de las cunetas con un cargador de cartuchos cruzado
sobre el pecho desnudo.
Chicos aún en edad escolar registraban los coches empuñando
muy nerviosos sus pistolas, para relajarse al saber que hablaban con
periodistas occidentales. Poco después retiraban sonrientes los troncos que
habían cruzado sobre la estrecha calzada para impedir el paso de los coches.
Son chicos del campo que debían estar trabajando en sus
pequeñas parcelas en plena temporada y sin embargo, poco importa la cosecha
cuando solo piensan en que "habrá guerra" y temen que "el
ejército serbio", como todos ellos dicen, llegue a sus casas y ocupe la
región "para dársela a [presidente serbio Slobodan] Milosevic".
Con esa solemnidad patética del nacionalismo decimonónico
aseguran una y otra vez que están "dispuestos a morir por Croacia y
nuestra casa".
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