Por HERMANN TERTSCH
El País, Madrid,
20.07.91
El acuerdo de la presidencia colectiva de ordenar la
retirada del Ejército del territorio esloveno es tan buena noticia para
Liubliana como mala para Zagreb. No debe extrañar que el único voto en contra
de esta medida fuera del croata Stipe Mesic. El Ejército yugoslavo abandonará
Eslovenia, pero nunca, al menos pacíficamente, Croacia. Su oficialidad es cada
vez más homogéneamente serbia, según avanza la depuración iniciada hace tres
semanas. La gran tropa de reservistas serbios hace prescindible a la tropa
multiétnica de reemplazo. El Ejército ya ha tomado partido. Sus mandos
federalistas, con el ministro de Defensa, Veljko Kadijevic, a la cabeza,
perdieron la batalla de Eslovenia. Sus rivales panserbios están decididos a
ganar, con más decisión y menos remilgos, la batalla de Croacia. La prioridad
del mando militar ya no es la defensa de la integridad territorial yugoslava,
sino la lucha por los intereses territoriales serbios, ante todo en Croacia,
pero también en Kosovo, Bosnia-Herzegovina y Macedonia. Se erige en garante de
que Croacia no será independiente si no es a costa de gran parte de su
territorio. Eslovenia ha conseguido ya desvincular su proceso de secesión del
mucho más complejo de Croacia, y da así un nuevo paso hacia su plena
independencia. Los militares panserbios, como el jefe del Estado Mayor, Blagoic
Adzic, y el bloque serbio-comunista en la federación, liderado por el
presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, están deseosos de zanjar
la cuestión eslovena de la única forma que consideran ya posible tras
el espantoso fiasco de la intervención militar del 27 de junio: facilitando su
secesión. Habrá que esperar a que se cumpla el plazo de tres meses dado al
Ejército para retirarse de Eslovenia, un periodo cuajado de peligros y
posibilidades de cambio de actitud del mando militar, para confirmar que
Eslovenia ha superado ya los principales obstáculos en su constitución como
nuevo Estado soberano europeo. La carta de libertad que dan a
Eslovenia las fuerzas centralistas dominadas por Serbia y el mando militar no
reduce ni resta inminencia al peligro de guerra. Puede aumentarlo, si cabe.
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