Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Osijek
El País Domingo,
04.08.91
YUGOSLAVIA
"Relativno mirno" ("tranquilidad
relativa"). Así califican los habitantes de Osijek el rutinario tableteo
de ametralladoras y las explosiones de granadas en los suburbios de esta
localidad de la región croata de Eslavonia. A escasos kilómetros, en Dalj,
decenas de policías croatas murieron el pasado jueves a manos de milicianos
serbios y por el cañoneo de los tanques del Ejército federal. El diario Glas
Slavonie llenaba ayer tres de sus páginas con esquelas de las víctimas.
La guerra en Yugoslavia se hace cotidiana. Y salvaje. No hay
reglas. Se mata a golpes, se bombardea, se degüella, se mutila, se utiliza a la
población civil como escudo humano frente al enemigo, se ametrallan
ambulancias, se aprovecha para las venganzas personales, se pasa a cuchillo al
vecino con el que hace apenas unos meses se tomaba café o se jugaba a las
cartas. Demasiados cadáveres feos.
Y la paz cada vez parece más lejana. Nadie respeta la orden
de alto el fuego de la jefatura del Estado colectiva, rechazada incluso por su
presidente, el croata Stipe Mesic, que teme que las patrullas mixtas de
verificación sean controladas por los serbios. La troika comunitaria,
que ayer llegó a Belgrado tras visitar Croacia y Eslovenia, no recibió
garantías de que callarán las armas.
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