lunes, 27 de marzo de 2017

“YA ES IMPOSIBLE SER COMUNISTA”

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Bucarest
El País  Miércoles, 01.05.91

ENTREVISTA: UNA DIFÍCIL TRANSICIÓN

ION LLIESCU, PRESIDENTE DE RUMANÍA

A punto de cumplirse un año de las primeras elecciones multipartidistas en Rumanía, este país ha desaparecido de las primeras páginas que ocupó durante la violenta caída del dictador Nicolae Ceausescu y los tormentosos meses que siguieron. Últimamente, Rumanía aparece esporádicamente ante todo con muestras de la desolación y miseria legadas por la dictadura. EL PAÍS ha recabado en Bucarest la opinión de los máximos dirigentes de la nueva Rumanía, el presidente, Ion Iliescu, y el primer ministro, Petre Roman, sobre lo hasta ahora realizado, los peligros que acechan a la aún frágil y cuestionada democracia, y las expectativas de incorporarse realmente a Europa.

El presidente de Rumanía, Ion Iliescu, de 61 años, cree que ya no es posible ser comunista; pero hablando del fracaso histórico de la ideología que profesó y a la que sirvió durante muchos decenios, sólo alude a su derrota económica y tecnológica y hay que recordarle el fracaso moral.
Pregunta. Señor presidente, algunos rumanos dicen que desde la caída de Ceausescu no ha cambiado nada; otros, que demasiado y para mal. ¿Dónde ve usted los peligros, dónde los avances?
Respuesta. Ya la existencia de estas opiniones divergentes y el hecho de que se puedan expresar libremente demuestran que han cambiado muchas cosas. Si cambió algo fundamental, es la existencia de la libertad de expresión. Aquellos que niegan los cambios se autodesmienten demostrando la libre expresión. Los principales avances están en el campo político. Se ha reafirmado el sistema pluripartidista. Hay más de 200 partidos políticos, lo que no es bueno, pero al final habrá una selección y ubicación del panorama político.
P. Pero incluso en el Parlamento hay quejas de que la rápida labor legislativa no tiene efectos sobre la vida real, de que Bucarest es un motor político que no tiene respuesta fuera, donde todo sigue igual.
R. Otros, por el contrario, dicen que Bucarest pierde el tiempo con la controversia política y la agitación verbal, mientras las provincias trabajan. Las opiniones sobre el ritmo [del cambio] son muy controvertidas. El Parlamento ha realizado un volumen enorme de trabajo. Tocan todos los dominios de la vida pública y particularmente aquellos que deben promover la reforma económica. Este es el otro gran problema. Insisto en que en el plano político hemos avanzado, con todas las controversias que son naturales. A partir de ahora nuestros problemas principales están en el campo económico-social. Hay dos objetivos fundamentales en el programa de reforma política aprobada por el Parlamento: asegurar la eficacia económica y establecer medidas de protección para limitar en lo posible los costes sociales.

El temor del golpe
P. Un ministro, sin embargo, el de Defensa, Victor Stanculescu [que ayer pasó a ocupar la cartera de Industria], dijo recientemente que en la economía no se mueve nada, pide competencias en este terreno y va más allá diciendo que, aunque espera que nunca se dé la necesidad de un golpe militar, él nunca se evadirá de sus responsabilidades. ¿Cómo interpreta estas palabras?
R. Stanculescu ha negado haber dicho que asumiría la dirección de un golpe de Estado. También dijo que el Ejército rumano no recurrirá a ese tipo de acciones. Pero en el plano teórico, con la sociedad en profunda crisis social y económica, generando focos de descontento en varios sectores de la población, podría darse la oportunidad para este tipo de actuación hacia una dictadura de cualquier signo. Se está especulando mucho sobre ello y hay quienes maniobran y buscan encontrar en Stanculescu la disposición para esta idea [del golpe] que él ya ha negado. Tampoco en el estado de ánimo del Ejército rumano hay un terreno fértil ahora para una actuación de este tipo.
P. Las suspicacias occidentales se debieron en gran parte a los trágicos acontecimientos de Junio, que nos gustaría nos explicara el presidente.
R. Desde la revolución han pasado más de 450 días, y la prensa extranjera sólo se fija en dos, no tres, dos. No en el 13 de junio, sino en el 14 y el 15. Y con ellos quieren demostrar que en Rumanía no hay democracia. Fue tres semanas después de las elecciones cuando el electorado rumano decidió claramente su opción política, tanto sobre la institución presidencial como sobre el Parlamento. Las fuerzas de la oposición ya antes de las elecciones habían intentado cambiar las estructuras provisionales del poder, porque he tenido enfrentamientos violentos en enero, febrero, marzo. Cuando se iba a constituir el Parlamento para validar los mandatos en reunión de las dos cámaras, las fuerzas extremistas, que utilizaron durante la campaña a los elementos reunidos en la plaza de la Universidad, han organizado una auténtica provocación, con ataques a la policía, incendio de vehículos, asalto de la Jefatura de Policía, Ministerio del Interior y televisión con violencia extrema. Esto creó un tremendo espanto entre la población. Nos recordó a todos la sublevación de los legionarios (fascistas) de 1941, entonces derrotada por el Ejército. Sin embargo, ahora, estas fuerzas se aprovechaban de la debilidad de las fuerzas del orden.
P. ¿Y dónde estaba el Ejército? ¿No le pidió que interviniera?
R. El Ejército tomó una posición de neutralidad. Sólo al final colaboró en el restablecimiento del orden público. Tienen que comprender el elemento psicológico de aquel momento. Se habían levantado cargos contra mandos del Ejército sobre su papel en la revolución de diciembre. Policía y Ejército estaban acomplejados. El levantamiento no se habría producido sin la inefectividad de la policía y la inercia del Ejército. La población se sintió agredida en su opción política. Aparecieron en Bucarest grupos de gente para defender las instituciones, entre ellos grupos de mineros. El día 13 murieron seis personas, las únicas víctimas mortales. Los mineros vinieron en sus uniformes y los reporteros tomaron imágenes de las atrocidades cometidas por ellos, pero no mataron a nadie.
P. Luego usted no lamenta haber llamado a los mineros, porque es claro que éstos llegaron organizados.
R. Lamento todo lo ocurrido, inclusive la llegada de los mineros, pero no puede juzgarse de forma simplista. Lo normal en un Estado de derecho es que el orden lo protejan los órganos de orden público. Pero cuando éstos son incapaces no se puede juzgar a los ciudadanos que defienden su orden constitucional. La reacción de los mineros fue espontánea.
P. Cambiando a la política internacional, Rumanía ha logrado romper el aislamiento con Europa, pero sigue teniendo serios problemas con Estados Unidos. ¿No resulta paradójico que Washington diera cláusula de máximo favorecimiento a Ceausescu y se la niegue a ustedes?
R. Hay cambios positivos en Estados Unidos y el Reino Unido. Pero Washington mantiene sus reservas y no entendemos sus criterios, que no son objetivos. Como dice usted, la opinión pública no entiende aquí cómo a Ceausescu se le concedía la cláusula de nación más favorecida y ahora no la restablecen.
P. Usted ha hecho su carrera en un sistema comunista, ha sido testigo de una de las mayores perversiones de ese sistema y ha visto cómo han caído estos regímenes. ¿Cómo ve el hundimiento de este proyecto histórico e ideológico, cómo ve al Iliescu comunista?
R. Lo que ha sucedido ha sido una respuesta al dogmatismo que ha sido fundamento del Estado y a la práctica social en unos Estados totalitarios que no reflejaban de manera alguna los fundamentos ideológicos del socialismo. Esta práctica social ha fracasado porque ha ignorado elementos objetivos del desarrollo contemporáneo. Nos encontramos en una sociedad de producción de mercancías basada en una relación dinero-mercado extendida a toda la economía mundial. Y nuestros países eran parte de esta economía. Al ignorar las leyes fundamentales de esta sociedad e imponer el factor político a los demás factores llegó el fracaso y se entró en contradicción con el curso mismo del desarrollo humano.

Hundimiento del sistema
P. Usted habla del hundimiento del sistema como un mero fracaso técnico-económico. No hace mención de su fracaso moral, de la cantidad de víctimas que produjo, de su represión.
R. Este sistema no podía sobrevivir sin recurrir a instrumentos de represión. Todos estos regímenes degeneraron en despotismo. Los factores políticos de dominación se imponían por la fuerza.
P. Por lo que dice, usted ya no es comunista, pese a que como tal le tachan los manifestantes en la Universidad.

R. Ya es imposible [serlo]. Los cambios han sido muy profundos, tanto para la sociedad como para los individuos. Aquello [las acusaciones de ser comunista] son eslóganes de batalla política que no tienen nada que ver con el análisis del proceso ni con los ciudadanos. Los cambios no se producen sólo en la economía y en la política, también en las relaciones humanas, en los individuos y en la psicología moral. En el pasado, nuestro país entró en una grave crisis moral y recuperarse llevará aún más tiempo que la recuperación económica.

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