Por HERMANN
TERTSCH / MIRJANA TOMIC
El País, Belgrado,
10.05.91
Las propuestas formuladas por la presidencia y el Gobierno
yugoslavos para poner fin a los conflictos interétnicos y evitar una inminente
intervención militar fracasaron ayer al negarse una de las partes principales,
el presidente de Croacia, Franjo Tudjman, al nuevo requerimiento de que desarme
a los reservistas de la policía de su república, una de las seis que componen
la federación. La presidencia había propuesto, tras días de reuniones
consecutivas, un plan para evitar una escalada del conflicto que según la
cúpula militar, ha sumido ya a Yugoslavia en la guerra civil.
La presidencia colectiva de Yugoslavia propuso una
intervención limitada de las fuerzas armadas para garantizar el orden público,
desarmar de inmediato a todas las tropas paramilitares y a los civiles, dar
entrada al ejército en las zonas de conflicto, desmovilizar a los reservistas
de las policías de las repúblicas y acabar con la denominada campaña
antimilitar.
Además, la máxima instancia de poder político en el país
balcánico propuso formar una mesa de diálogo representativa entre croatas y
serbios en la república de Croacia para buscar cauces de consenso, de forma que
pudiera reducirse el nivel de alerta de las fuerzas armadas.
Tudjman se negó una vez más a negociar con Milan Babic, el
hombre fuerte de la región rebelde de Krajina, de mayoría serbia pero situada
en Croacia, e insistió en que sus únicos interlocutores de la minoría serbia en
la república croata son los representantes serbios en el Parlamento de Zagreb.
Muchos de estos han sido marginados por el movimiento radical nacionalista de
los serbios de Krajina.
El ejército yugoslavo comenzó en la madrugada de ayer una
movilización masiva de sus reservistas. Como manifestó el viceministro de
Defensa, almirante Stane Brovet, la presencia física de las fuerzas armadas en
las zonas de conflicto es ya del todo insuficiente para normalizar la
situación.
En Bosnia, un convoy militar seguía ayer bloqueado por miles de manifestantes croatas sin que los mandos responsables del mismo mostraran
otra cosa que impotencia y una falta de resolución que contrasta con las
advertencias del mando supremo militar, el cual advirtió que el ejército
respondería con fuego real a cualquier provocación o a ataques a sus unidades y
propiedades. Incluso un llamamiento del presidente croata a dejar paso libre al
convoy militar fue infructuoso ante la hostilidad hacia el ejército que en los últimos
días ha surgido entre la población croata, que considera a las fuerzas armadas
agentes de las ambiciones serbias.
El líder de la oposición serbia, Vuk Draskovic, dijo ante
miles de personas reunidas en Belgrado en una manifestación en favor de la paz
que cualquier ejército normal habría disparado contra los manifestantes que
impedían su labor. La marcha mostró la falta de eco de una oposición política
al presidente serbio, Slobodan Milosevic, que ha quedado paralizado por las
pasiones nacionalistas.
Gobierno de salvación nacional
Draskovic exigió la creación de un Gobierno de salvación
nacional y de un comité de guerra -en caso de fracasar las negociaciones- que
pusiera en acción a un ejército serbio para defender a los serbios en Croacia y
Bosnia y forzar un nuevo trazado de fronteras que ampliaría Serbia con
territorios de Bosnia y parte de Croacia.
Por su parte, Milosevic, a quien croatas y eslovenos
consideran el artífice de la escalada de tensión, pronunció un discurso
comedido por la televisión de Belgrado abogando por la paz y el diálogo.
El primer ministro federal, Ante Markovic, voló en
helicóptero a la conflictiva región de Eslavonia, en la República de Croacia,
para afirmar que la labor del ejército no sería otra que ayudar a la policía
croata a restablecer el orden.
Esta afirmación de Markovic exacerbó los ánimos de la
población serbia en esta región, que protagonizó el ataque contra las fuerzas
de la policía croata en Borovo Selo que causó 16 muertos y teme y odia a las
fuerzas de seguridad comandadas por Zagreb.
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