Por HERMANN TERTSCH
El País, Zagreb,
05.07.91
LA DESINTEGRACIÓN YUGOSLAVA
La carretera de Zagreb a Belgrado, la de mayor tráfico de
los Balcanes y principal ruta de Europa central a Grecia, Turquía y Oriente
Próximo parece estos días una pista de aterrizaje abandonada. En esta temporada
en la que decenas de miles de emigrantes de la región comienzan sus vacaciones
en Alemania, Francia, Suiza o Austria, hay que esperar a veces hasta veinte minutos
a que pase un camión.
Los aparcamientos están desiertos, los bares y gasolineras
en muchos casos cerrados. Los turistas dejaron de venir hace tiempo y los pocos
que quisieron aprovechar los bajos precios en la costa dálmata han sido
evacuados.
Las calles de las ciudades eslovenas y croatas están
desiertas sin necesidad de las alarmas aéreas que resuenan una y otra vez en
las ciudades eslovenas. Los carros de combate del Ejército federal en ruta por
los pocos trechos circulables y las barricadas de camiones en Eslovenia
explican en parte el escaso tráfico.
Miedo generalizado
Por todas partes se palpa el miedo a una inminente explosión
generalizada de la violencia armada. El Circo Medrano, de gira por Yugoslavia,
se vio encerrado en uno de los atascos por las barricadas en los primeros días
de la intervención militar.
Hacía calor y sus empleados se las vieron y desearon para
calmar a sus bestias que compartían la sed con varios miles de soldados que,
nada convencidos de su empresa, esperaban junto a sus tanquetas a que los
aviones de combate dejaran libre el camino.
La guerra ha vuelto tras más de cuatro décadas a Europa y
acostumbrados a las imágenes de guerras exóticas, el público occidental se
sorprende con esta mezcla de cotidianeidad europea y violencia bélica.
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