miércoles, 29 de marzo de 2017

JOSIP, DEL VERANEO EN LLORET DE MAR A LA MUERTE EN DALJ

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Osijek, 05.08.91

Josip Martinovic mostraba muy orgulloso el kalashnikov que le había entregado el Ayuntamiento de Osijek cuando se alistó en la Guardia Nacional croata. Agradecía con un "¡Viva España!" las varias invitaciones a cerveza en el bar Royal de Osijek, y le había encantado Lloret de Mar cuando estuvo allí hace dos años con su mujer y su hija mayor, meses antes de nacer la segunda. De esto hace menos de un mes. Hoy, Josip está muerto. No había cumplido aún los 24 años cuando el pasado jueves murió en la vecina localidad de Dalj, en la mayor batalla que hasta la fecha se ha dado en la cada vez más cruenta guerra serbo-croata en la región croata oriental de Eslavonia. La milicia serbia asegura haber enterrado 82 cadáveres croatas: 35 identificados y el resto en una fosa común. También entregó tres a la Cruz Roja para su traslado a Osijek.
La guerrilla serbia controla totalmente Dalj, si bien ayer aún registraba casa por casa y se oían tiroteos ocasionales en este pueblo de típica población mixta de la región. Croatas y serbios formaban, a partes iguales, en torno al 80% de los habitantes. El resto eran húngaros. La comisaría y la escuela, donde policía y ciudadanos croatas se habían hecho fuertes ante el ataque de la milicia serbia, no son ya más que algunas paredes maestras y montones de escombros ensangrentados.

Capa de sangre
"En la escuela y en la panadería de un albanés católico hay partes que están cubiertas con una capa de sangre de varios centímetros de grosor. Está estancada y coagulada. Hay botas completamente encharcadas de sangre, grumos de sangre pegados por la pared, larguísimos regueros de sangre entre ladrillos, cayendo por escalones, grandes manchas de sangre seca sobre los muebles. Es absolutamente terrorífico", manifestaba Andrzej Gustinic, uno de los primeros periodistas en entrar en Dalj con la milicia serbia. Dirigida desde Borovo Selo, a tan sólo cinco kilómetros, la milicia serbia tuvo sólo siete bajas, según aseguran sus mandos. También insisten en que en su ataque no recibieron ayuda del Ejército, como asegura la parte croata. El Ejército federal controla todos los accesos a Dalj e impide así todo contraataque de las fuerzas regulares croatas para reconquistar esta nueva cabeza de puente que la milicia serbia ha creado en territorio croata, a orillas del Danubio. Según aseguran, su cometido es evitar enfrentamientos.
Sin embargo, el hecho de que las fuerzas militares yugoslavas -compuestas ante todo por reservistas serbios- en esta región nunca hayan impedido los ataques y las conquistas de territorio croata por las fuerzas serbias ha hecho perder toda credibilidad al Ejército entre la población croata.
"Son todos cetnik ", dice la joven Ilia, de Osijek, amiga de Josip Martinovic, equiparando el Ejército a los grupos serbios nacionalistas que dirigen la insurrección armada de la población serbia en Croacia oriental. "Éste es el nuevo símbolo del Ejército yugoslavo", dice un cartel en la plaza central de Osijek que muestra la estrella roja con una cruz gamada en el centro.
El sábado, los niños de Osijek, los que no han sido enviados a sitios más seguros de Croacia o al extranjero, se dedicaban a llenar sacos de arena para nidos de ametralladoras en las confluencias de calles del centro y para proteger las ventanas de los sótanos en donde se han creado los refugios antiaéreos.
Como si se tratara de meterles prisa, los aviones del Ejército federal, que ya han atacado otras localidades croatas, como Ilok y Kostajnica, realizaron este fin de semana vuelos rasantes sobre la ciudad.

Bases serbias
"La prueba más fehaciente de que estamos en guerra es que los pocos coches que circulan lo hacen también por dirección prohibida. Las reglas civiles, la paz, han sido suspendidas", dice Goran, un estudiante que vive en Yugdva, un suburbio de Osijek cercano a la aldea de Tenja, donde la milicia serbia ha logrado montar una de sus bases. Desde que la población serbia de una de las partes en que está hoy dividida la aldea dio entrada a las fuerzas guerrilleras, Goran, como muchos de sus vecinos croatas, no duerme bien.
El barrio donde vive este estudiante es el objetivo más frecuente de los ataques con morteros desde la aldea vecina, que es una de las avanzadillas en la continua ofensiva de las fuerzas serbias para sitiar Osijek, la capital de la región de Eslavonia. La principal carretera que une Osijek con Djakovo ya estaba ayer en inminente peligro de quedar fuera del control de los croatas.

"¡Quién sabe si mañana estaré vivo!", dice Goran al despedirse antes de que caiga definitivamente el sol, ya que con la llegada de la noche el trayecto hasta su casa es demasiado peligroso. "Llevamos tres días relativamente tranquilos, si exceptuamos la granada de mortero que mató ayer a un niño de nueve años", añade como si quisiera convencerse de que el peligro se aleja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario