Por HERMANN TERTSCH
El País, Praga,
08.06.91
Checoslovaquia cumple estos días su primer año de democracia
con un preocupante deterioro político y económico. Los resultados de las
elecciones generales dieron el 9 de junio del pasado año una aplastante
victoria al Foro Cívico, formado durante la llamada revolución de terciopelo.
Con el presidente Václav Hável como gran mentor, este movimiento capitalizó
todo el entusiasmo popular que despertó la caída del régimen comunista y el
gran "retorno a Europa".
Todos sabían entonces que el país se habría de enfrentar a
dificultades, pero nadie quería ver aguada la "fiesta de la
democracia". Hoy, la situación es bien distinta. Nadie duda aún de que
Checoslovaquia es el Estado mejor dotado de todos los antiguos miembros de la
comunidad socialista para entrar en el club occidental de países desarrollados.
Su tradición industrial, su estructurada sociedad, con experiencia democrática,
una ética laboral que ni 40 años de socialismo real lograron liquidar, y una
situación geográfica envidiablemente vecina a los grandes focos del desarrollo
y la economía alemana son sus grandes ventajas. Sin embargo, la atmósfera
política se ha deteriorado seriamente, los indicadores económicos no responden
como preveían los teóricos de Chicago que dirigen la política económica, y el
Foro Cívico se ha dividido en al menos cuatro partidos. Año y medio después de
la revolución subsiste en el país una histeria anticomunista que la realidad ya
no justifica. La política de una derecha que se hizo con la mayoría del Foro
Cívico confunde decisión con insensibilidad ante los crecientes problemas de
los sectores sociales perjudicados por las reformas. Para los pensionistas, con
sus 1.500 coronas (unas 6.000 pesetas) de renta, los productos que rebosan los
escaparates son tan inasequibles como cuando no los conocían.
El sueldo medio de 3.200 coronas (12.800 pesetas) tampoco da
para mucho, dado que los precios siguen subiendo sin que ello moleste, al
parecer, al responsable de la economía, el viceprimer ministro y líder del
Partido Democrático Ciudadano, surgido del ala derecha del Foro Cívico, Vaclav
Klaus.
"Esto es un caos. La inflación ya está en el 65%, cuando
Klaus predijo un 20%, y el paro estará entre medio y un millón a finales de
año. La capacidad adquisitiva se desmorona. La producción interna,
también", señala el profesor de economía Valtr Komarek, que fue viceprimer
ministro en el primer Gobierno poscomunista y abandonó el Foro Cívico por su
política derechista para formar el Partido Socialdemócrata.
La revolución para los ricos
"No hicimos la revolución para que se enriquezcan
100.000, dice Komarek en una asamblea del partido en Jihlava, en Bohemia del
sur, y sus seguidores prorrumpen en aplausos. Por su parte, los comunistas se
benefician tanto de lo que llaman "persecución de la izquierda" como
de la caída del nivel de vida. Con 430.000 miembros son aún el partido más
fuerte de la república checa y no piensan cambiar de nombre. Su nuevo
presidente, el director de cine Jiri Svoboda, en conversación con el enviado
especial de EL PAÍS, asegura que hubo épocas comunistas en Checoslovaquia
"muy fértiles", y espera ampliar su actual 15% de los votos según se
deteriore la economía. "No somos sprinters, nos preparamos para el
maratón", dice su portavoz Petr Vilhelm, para quien los comunistas aceptan
la democracia parlamentaria y la legitimidad de la revolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario