Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
16.05.91
El Partido Liberal Italiano ya ha pedido la anulación del
tratado interfronterizo de Osimo con Yugoslavia. En Bulgaria se oyen cada vez
más voces a favor de "recuperar Macedonia". Pronto se oirán
reivindicaciones similares en Grecia y Hungría en lo que respecta a la propia
Macedonia y a Voivodina, respectivamente. El 90% de los dos millones de
albaneses de Kosovo pedirán la integración en Albania en cuanto este país tenga
una democracia con credibilidad. La república yugoslava de Eslovenia ha tomado
ya un rumbo que fácilmente puede concluir con su constitución como décimo
estado federado de Austria. "Según se acelera la disolución de Yugoslavia
se hacen más fuertes y claras las reivindicaciones de su territorio" por
parte de los Estados vecinos, señalaba ayer el diario serbio Politika. El dogma
de la inamovilidad de las fronteras, base del proceso de la Conferencia de
Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) ya herido por la unificación alemana,
está a punto de saltar en pedazos en la región más conflictiva del continente.
"Ya va siendo hora de que la CE se de cuenta de que no son Eslovenia y
Croacia sino Serbia quien ha destruido Yugoslavia", ha escrito el
destacado analista suizo Viktor Meier.
La dirección serbia actual sólo acepta ya dos opciones, una
Yugoslavia bajo su control o una gran Serbia que arrebate en una acción
pequeño-imperialista territorio a las repúblicas vecinas de Croacia y Bosnia-Herzegovina.
La otra alternativa, dice Belgrado, es la guerra.
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