Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
22.05.91
La huelga general en Albania entró ayer en su sexto día,
tras dos intentos frustrados del presidente, Ramiz Alia, por acabar con unos
paros que amenazan con provocar el total colapso económico del país más pobre
de Europa y con la desestabilización de su régimen comunista. La huelga, que
afecta a las industrias clave de la economía, como la minería, el petróleo y
los transportes, se ha convertido ya en el mayor desafío al poder del Partido
del Trabajo tan sólo un mes después de que lograra una amplia mayoría absoluta.
Conscientes por primera vez de su fuerza, tras 45 años de
implacable dictadura, los obreros industriales albaneses han iniciado así, tras
las elecciones, el ya previsible conflicto con el partido comunista.
El tercio del país que votó en contra del PTA, que es la
población que mantiene a Albania con su escasa producción y cuadros urbanos
cualificados, se rebela contra un resultado impuesto por una mayoría campesina
inculta, temerosa y desinformada, que sólo se alimenta a duras penas a sí
misma.
Tras más de cuatro décadas de absoluto aislamiento bajo
Enver Hoxha, los obreros y ciudadanos han comenzado a utilizar los márgenes de
libertad recién recobrados para exigir concesiones políticas y económicas al
poder. La situación del país es tal, que para el régimen parece más fácil
conceder las primeras.
Las protestas se concentran en las zonas urbanas e
industriales, que ya votaron masivamente en contra del Partido del Trabajo y en
favor del Partido Democrático.
El Partido del Trabajo venció gracias a la práctica
totalidad del voto campesino, que aún supone más del 65% del censo albanés. En
Tirana, Shkodra y otras ciudades del norte del país, el Partido del Trabajo no
cuenta ya con otro apoyo que el de sus cuadros, mermados por la continua
deserción de los menos comprometidos con la política represiva de las pasadas
décadas.
A pesar de que afecta tan sólo a una décima parte de la población
laboral, el efecto de la huelga sobre la economía es catastrófico, ya que se
produce en los únicos sectores aún productivos del país, según reconoció Radio
Tirana. Alia había pedido a los huelguistas que depusieran su actitud. "La
vuelta al trabajo es la única posibilidad de evitar al país y a nosotros mismos
la fatalidad del fracaso. La vida política y económica están prácticamente
paralizadas", dijo el presidente por radio.
Según habitantes de la capital albanesa consultadas por
teléfono desde Belgrado, la situación en Tirana ayer era calma, pero la
posición de los huelguistas seguía firme. En la mayor parte del país la huelga
no se percibe, ya que, como dijo una fuente, "no hay diferencia entre
huelga y no huelga cuando se lleva tanto tiempo sin que nadie trabaje".
En grandes fábricas, como la Traktorkombinat de Tirana, el
absentismo laboral es tal que un paro podría pasar completamente inadvertido.
Durante la huelga convocada tras las elecciones, algunos de los pocos obreros
presentes en las grandes naves reconocían que "estaban trabajando en cosas
particulares".
Aunque el origen de la huelga la pasada semana era
exclusivamente económico, pronto ha derivado en una protesta contra el poder
comunista, al que los obreros de los sectores afectados consideran responsable
de la miseria generalizada del país.
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