Por HERMANN TERTSCH
El País, Zagreb,
02.07.91
LA DESINTEGRACIÓN YUGOSLAVA
"Markovic debe abandonar sus ilusiones de una
Yugoslavia unida y democrática. Debe darse cuenta de que ya no es más que el
mero gestor de la quiebra de Yugoslavia". Estas palabras del presidente
croata, Franjo Tudjman, referentes al primer ministro federal, Ante Markovic,
son sólo una muestra más de la situación en que han quedado las dos únicas instituciones
federales aún existentes, el Ejército y el Gobierno, después de su
"aventura disciplinaria" contra Eslovenia. Esta ha causado, según un
balance provisional esloveno, 63 muertos y más de 150 heridos. Markovic ha
reconocido que no fue informado sobre las dimensiones reales de la operación
militar, que él asegura haber ordenado como mera ocupación de puestos
fronterizos. También se enteró casi "por los periódicos" de que el
Estado Mayor había ordenado la movilización de reservistas en Serbia.
Markovic fue nombrado, al igual que los miembros del Alto
Estado Mayor del Ejército, por la ya extinta Liga de los Comunistas (LCY). Pero
los mandos del Ejército, ese último bastión comunista, tienen al menos quién
les obedezca. El Ejército yugoslavo ha sobrevivido al régimen para cuya defensa
fue creado. Por ello su tarea ha quedado reducida a defender su propia
supervivencia. Sin medios ya siquiera para alimentar a la tropa, intenta a toda
costa mantener su influencia política para ejercer la suficiente presión que garantice
el cobro de las pensiones y los salarios y los privilegios de su casta.
Hoy los viejos generales sufren con la tragedia personal del
desmoronamiento de la ideología a la que dedicaron su vida, el temor de
compartir la miseria del jubilado en este país. Son casi los últimos
yugoslavos, dogmáticos comunistas. Los oficiales y suboficiales, en su mayoría
serbios y montenegrinos, ya otorgan su lealtad a Milosevic y al radicalismo
serbio antidemocrático.
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