Por HERMANN TERTSCH
El País Sábado,
27.07.91
GENTE
Jaruzelski y Michnik, dos enemigos en la guerra fría,
entablan amistad en España
Increíble ha sido el alarde de humor, integridad y elegancia
de que ha hecho gala el hombre que encarceló a Michnik durante cuatro años y
contra el que éste lanzó durante mucho tiempo sus peores ataques en la prensa
clandestina. "Jaruzelski nunca ha sido un comunista, siempre fue un
aristócrata lituano", explicaba entre risas el ministro de Asuntos
Exteriores checoslovaco, Jiri Dienstbier, otro disidente histórico. Michnik y
Jaruzelski se han reído a mandíbula partida, han compartido mesa, y durante una
mañana, la compañía de la reina Sofía, que, según ambos, ha demolido sus ideas
republicanas. Wojciech y Adam, el ex dictador y el ex enemigo público, se
tutean desde horas después de llegar a España.
"Saben ustedes, los servicios secretos tienden a
exagerar en sus valoraciones, y presentaban a Adam como un diablo con cuernos.
En realidad, no es tan mal chico", decía el general. Michnik se partía de
risa.
Las biografías no pueden ser más distantes. Michnik,
histórico miembro de la oposición anticomunista desde 1968, historiador y
periodista, dirigente de Solidaridad, preso político habitual y reincidente
hasta la caída del régimen comunista. Wojciech Jaruzelski, ex presidente del
Partido Obrero Unificado, ex primer ministro, ex presidente de Polonia, ex
comunista. El general de las gafas negras que durante años, desde que implantó
la ley marcial en Polonia en 1981, fue el rostro frío de la dictadura
comunista, se ha reído en Santander como, según decía su secretario, no lo
hacía desde su niñez. Con su agudo sentido del humor, Jaruzelski rompió todos
los prejuicios sobre su persona.
La semana del curso sobre Europa central en Santander se vio
dominada por el espectacular gesto de reconciliación entre el general y el
rebelde.
Hablando de Lech Walesa, Michnik respondió Jaruzelski: "¿No
estabas tú empeñado en esto? Pues ahora tenéis lo que querías". Tras una
larga carcajada, Michnik le respondió: "Este es el amargo sabor del
éxito".
En una concesión al humor algo negro de Michnik, Jaruzelski
se avino a una visita al Museo de la Tortura en Santillana. "Muy
interesante", decía con sorna. Ya en Madrid, Michnik comentaba la
popularidad del general, al que la gente pedía autógrafos por la calle. "A
mí no me conoce nadie, esto no es justicia histórica".
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