martes, 28 de marzo de 2017

PEORES QUE SU FAMA

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Madrid, 23.06.91

La apertura de los archivos de los países del Este revela tramas delictivas internacionales

"En todos los intentos de cruce (ilegal) de la frontera se hará, sin miramiento alguno, uso del arma de fuego y se congratulará a aquellos camaradas que hayan empleado sus armas con éxito". Así reza una orden del Consejo de Defensa Nacional de la ex RDA, del 6 de mayo de 1974, firmado por Erich Honecker. Encontrada recientemente en unos archivos, desmiente rotundamente las reiteradas afirmaciones del antiguo jefe del Estado alemán oriental, negando la existencia explícita de orden de disparar contra los fugitivos en la frontera interalemana.
En la inagotable fuente de documentación histórica en que se ha convertido desde la unidad alemana los archivos de la antigua RDA se han encontrado innumerables pruebas que confirman la implicación del régimen comunista en crímenes contra su propia legislación. Acusaciones que hasta hace pocos meses eran tachadas de mera agitación anticomunista, cuentan ya con suficiente base documental como para la apertura de procesos judiciales. Al igual que Moscú siempre negó hasta hace muy poco la existencia de un protocolo secreto entre Hitler y Stalin, y Honecker dio la orden explícita de disparar a matar a los fugitivos en la frontera, Bulgaria negaba oficialmente su vinculación a los accidentes de compatriotas exiliados en Occidente, y Rumanía la existencia de campos de entrenamiento del terrorismo internacional en su territorio. Ahora, sin embargo, vienen a confirmarse todos estos episodios de la vida europea en un aluvión de papeles con sello oficial de los regímenes responsables.
Desmoronados los regímenes comunistas en el Este europeo, los gobiernos democráticos descubren con estupor que el grado de implicación de las dictaduras en la delincuencia internacional fue mucho mayor que el imaginado.
Acusaciones -muy inexactas y con motivación ideológica- como las presentadas a principios de la pasada década por Claire Sterling en su libro La red del terror y descalificadas entonces no sólo por los Estados comunistas y sus simpatizantes, se ven ahora superadas por la realidad documentada en kilómetros de estanterías y cientos de toneladas de documentaciones que tardarán años en ser inspeccionados e inventariados.
El 7 de mayo de 1978, Georgi Markov, un conocido exiliado búlgaro, sentía un fuerte pinchazo en la espalda al golpearle un desconocido con la punta de un paraguas. Días después, Markov, que había denunciado reiteradamente al régimen comunista de Todor Yivkov en las emisiones en lengua búlgara de Radio Europa Libre, moría víctima de un envenenamiento. Tres años después, el papa Juan Pablo II, que ya se había revelado como una gran amenaza para la estabilidad de los regímenes comunistas, caía herido en un atentado. Una comisión internacional estudia ahora los archivos en Sofía para establecer las verdaderas conexiones del turco Ali Agca.
Hace poco más de seis meses, las autoridades húngaras confirmaron que Carlos, uno de los terroristas mas buscados del mundo, tuvo en Hungría un territorio franco para entrenar y planear atentados, y refugiarse cuando le fuera necesario. También pasó temporadas en Yugoslavia y posiblemente en Rumanía.
Las autoridades alemanas han reaccionado con estupor ante la cada vez más clara implicación de la dirección comunista de la ya disuelta República Democrática Alemana en la trama terrorista de la fracción del Ejército Rojo. Berlín Este no sólo dio refugio a terroristas de la RAF cuando éstos decidieron poner fin a sus trayectorias como activistas, sino que prestó apoyo logístico e incluso dirigió algunas acciones como el atentado contra el entonces comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN, el general Alexander Haig.
La implicación del dictador rumano Nicolae Ceausescu en el terrorismo internacional fue un secreto a voces desde finales de la década de los setenta, sólo silenciado por el interés occidental de apoyar a este aliado díscolo de la Unión Sovietica. Ceausescu no sólo mató y reprimió a rumanos en propio territorio; los persiguió y mandó asesinar también en el extranjero.
Gran parte de los archivos de estos regímenes han sido destruidos por individuos o grupos implicados en sus delitos, y en países como Rumanía, Bulgaria y Albania, donde el aparato comunista logró impedir la ruptura democrática, siguen sin ser públicos. Son muchos los delitos que jamás se podrán probar.

Historiadores de todo el mundo se aprestan a participar en la gran labor de investigación y archivo para reconstruir una historia hasta ahora incompleta y conocida tan sólo en aspectos parciales por expertos, víctimas y responsables. Los archivos del Este se abren ahora como una ingente fuente de información, largo tiempo oculta, sobre la violenta historia europea de este siglo.

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