Por HERMANN TERTSCH
El País, Praga,
06.06.91
La fuerte polémica en Checoslovaquia sobre la publicación de
las listas de colaboradores con la antigua policía política comunista (STB)
amenaza con romper el amplio consenso popular respecto a la política de
reformas hacia la economía de mercado y reconstrucción del Estado de derecho.
La caza de brujas que algunas fuerzas pretenden lanzar contra todos aquellos
que de algún modo se vieron vinculados al antiguo régimen ya ha desviado gran
parte de la atención a los problemas del proceso de reformas.
Según las últimas estimaciones, el STB contaba con 50.000
agentes y más de 100.000 informadores. Según una comisión parlamentaria, al menos
14 miembros del Gobierno, 19 diputados y 58 altos funcionarios de la
Presidencia del Gobierno y del Parlamento son antiguos colaboradores del STB.
Ha quedado probado que, aun durante la revolución de terciopelo de
noviembre de 1989, la policía política lanzó la llamada Operación Cuña, con la
que logró infiltrarse en prácticamente todos los partidos de la oposición. Los
intentos de neutralizar a estos agentes y los resentimientos anticomunistas de
gran parte de la población amenazan, sin embargo, con tener un grave efecto
sobre la sociedad checoslovaca. Muchas de las personas que aparecen como
colaboradoras de la STB lo fueron hace décadas, por temor o chantaje.
La publicación de estos nombres truncaría miles de carreras
y el futuro de personas sin mayor culpa que la de no haber sido un héroe de la
resistencia en este país, en el que hasta noviembre de 1989 tan sólo una
minoría de intelectuales, con Vaclav Havel a la cabeza, osó desafiar al
régimen.
Intervención de Havel
Aunque la pasada semana el Parlamento derrotó por una escasa
mayoría una propuesta para la publicación de todas las listas de colaboradores
del STB, los partidarios de una "plena depuración" persisten en su
actitud. Ni siquiera la intervención personal de Havel y del Gobierno de Marian
Calfa en contra de la publicación de las listas ha logrado reducir la presión
en este sentido. La comisión parlamentaria quiere dar la oportunidad a todos los
implicados que desempeñan cargos de responsabilidad política de retirarse en el
anonimato, y sólo hará públicos los nombres de aquellos que desean seguir en el
cargo y justificarse. El caso del diputado democristiano checo Frantisek
Michalek es paradigmático. Trabajó bajo el nombre clave de Pavel para el STB
desde 1964 hasta 1969. Según explicó ante el Parlamento, tras pasar desde 1952
en prisión 12 de los 20 años a que fue condenado por un tribunal político, fue
liberado bajo amenaza de que volvería a prisión si no colaboraba.
La purga puede privar al país de cuadros técnicos e
intelectuales absolutamente necesarios para la difícil transición. Diplomáticos
occidentales lamentan ya que el exceso de celo en la depuración de funcionarios
comunistas esté llevando a la sustitución de personas que, más oportunistas que
adictas al régimen comunista, son "lo suficientemente capaces y expertas
como para que se les permita ser oportunistas de nuevo, ahora en beneficio de
la democracia". La promoción de personas sin otra cualificación que la del "anticomunista" amenaza con emular la selección negativa propia del régimen
extinto.
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