Por HERMANN TERTSCH
El País, Bucarest,
01.05.91
ENTREVISTA: UNA DIFÍCIL TRANSICIÓN
PETRE ROMAN, PRIMER MINISTRO RUMANO
El joven primer ministro, Petre Roman, de 45 años, ducho en
las lides del pensamiento democrático, habla con pragmatismo socialdemócrata y
en perfecto castellano del futuro, libre de un subconsciente formado en la
doctrina comunista.
Pregunta. Casi un año después de las elecciones, la
crispación que se nota en el país es muy grande. La situación económica es
grave, ¿pero están ahí todas las causas?
Respuesta. La situación económica es verdaderamente muy
difícil. Estamos en una crisis estructural, pero, bueno, tampoco es para tanto.
Lo suficiente para la subsistencia cotidiana está asegurado. Importante ahora
es un empuje para la actividad industrial, porque en el campo se avanza con la
privatización. Hay una amenaza muy evidente de desempleo, es nuestro grave
problema.
P. Todos los países ex socialistas afrontan el mismo
problema. Por qué en Rumanía se convierte en una amenaza de desestabilización
política, y digamos, en Polonia no?
R. Polonia ha pasado 10 años de evolución mientras Rumanía
sólo tiene tras de sí un año de cambio. La transición en algunos países del
Este permitió acostumbrarse a estas ideas y también acostumbrarse, los unos a
los otros, superar los antagonismos mentales e ideológicos. Aquí todo fue una
explosión con los resentimientos, las frustraciones, el desengaño de tantos
años y este problema surge con mucha fuerza. Pese a ello, soy optimista.
P. Vemos en Rumanía reacciones exageradas a problemas de
orden público. Persiste el miedo a la desestabilización.
R. Es cierto, pasa como creo que pasó en España cuando, tras
caer la dictadura, la gente durante dos o tres años dejó de escuchar a las
fuerzas de orden público. Por ello, aunque los datos son muy distintos, en
sustancia pasa un poco lo mismo, aunque aquí mucho más. Lo peor es el
sentimiento de inseguridad. Si en Rumanía sale a la calle un 2% es como si en
España saliera el 20% o el 30%.
P. Parece grave que en un año no se haya creado una
oposición real y que, mientras el FSN pierde fuerza, el descontento popular no
encuentre cauces democráticos.
R. Es muy cierto. No es una idea hueca que la democracia
necesita la oposición, pero la que tenemos aquí estuvo desde un principio mal
construida. Con principios de hace 50 años y sin arraigo en la realidad social
de la Rumanía de hoy. Y siguen así. Surgen ahora algunas fuerzas en contacto
con la realidad, como el Partido Liberal, el ala joven del Partido Nacional
Liberal o el Partido Democrático Agrario.
P. Usted ha ofrecido una coalición a la oposición.
R. No es la primera, es la tercera vez en que hago la
oferta. Si no hay alternativa, y creo que no la hay -las grandes instituciones
financieras del mundo apoyan nuestra reforma-, debemos colaborar y construir
nuestros partidos ideológicamente, pero colaborar en salir de la crisis.
P. Los incidentes de junio con la violencia minera fueron un
duro golpe. ¿Cómo explica usted aquello?
R. En efecto, fue un serio revés y un retraso de al menos
cuatro meses en la llegada de ayuda exterior. Aquello fue un conjunto crítico
que produjo una explosión. La policía actuó muy mal el día 13, y era tremendo
lo que se preparaba para el 15, día de la apertura del Parlamento, cosas muy
graves, con cócteles molotov, con gente muy violenta.
P. ¿Quiénes eran los responsables?
R. No se ha establecido aún. Tienen que ser aquellos que
habiendo perdido totalmente las elecciones, estando fuera del Parlamento y con
un odio visceral por tantos años de comunismo, eran capaces de todo.
P. ¿Habla de los partidos históricos: Nacional-Campesino y
Nacional Liberal?
R. Más bien alas de los partidos históricos que después han
roto con ellos, sobre todo del Partido Nacional-Campesino. ¿Quién los ayudó?
Gente competente, de la antigua policía secreta, ya sin trabajo. La televisión
dio el día 13 una señal trágica al país. Entonces vinieron los mineros y otros;
no los llamó el Gobierno, sino lo que mostró la televisión y, efectivamente, lo
que dijo el presidente en televisión. Cuando él habló, los mineros ya estaban
en marcha. Lo que la televisión dijo fue exagerado por lo que nosotros veíamos
aquí. En realidad, con ayuda de las Fuerzas Armadas, a medianoche [del 13 al
14] la situación estaba controlada.
P. ¿Luego la violencia minera fue gratuita?
R. Lo que fue contra las fuerzas políticas de oposición fue
gratuito y se debió a la imagen dada por la prensa. El enfrentamiento político,
normal en una competición electoral para gente no preparada, dio la impresión
de que eran enemigos, no políticos, sino mortales. El hecho de que nosotros no
pudiéramos controlar la situación y proteger a la gente [de los mineros] agravó
la situación.
P. Pero el presidente Iliescu elogió la actuación minera.
R. Aquello creó una imagen deplorable y para el presidente
fue una situación imposible. Aquella gente había venido a proteger lo que ellos
entendieron como la derrota del comunismo. ¿Qué podía hacer el presidente?
¿Tenía que decirles que se fueran? ¿Decirles que habían causado situaciones
dramáticas? Era muy difícil. No sé cómo hubiera reaccionado yo. Lo importante
es que se fueran. No se puede reescribir la historia.
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