Por HERMANN TERTSCH
El País, Madrid,
28.03.91
Albania celebra el domingo las primeras elecciones
multipartidistas de su historia
Albania, un pequeño Estado adriático exótico y misterioso en
plena Europa, celebra el domingo las primeras elecciones generales de su
historia y consuma en ellas la liquidación de los principales dogmas del
régimen estalinista, que, bajo el gran timonel Enver Hoxha primero, y su
sucesor, Ramiz Alia, después, rigió el país de forma implacable en miseria,
oscurantismo y represión durante nueve lustros. El régimen de Tirana no se ha
podido hurtar al desmoronamiento general del sistema comunista registrado hace
dos años en Europa oriental.
Aunque lentamente, el presidente Alia ha tenido que ceder a
la presión de su población y a las realidades económicas internas y políticas
externas. Desde que comenzaron las primeras movilizaciones de protesta
anticomunista y en demanda de emigración en julio de 1990, el jefe del Estado y
del entonces aún monopolista Partido del Trabajo de Albania ha tenido que
autorizar la práctica religiosa -prohibida desde 1967- y el multipartidismo
-liquidado ya durante la Segunda Guerra Mundial- y emprender el camino de la
integración internacional tras su larga travesía por el aislamiento político,
económico e ideológico.
El desmoronamiento del régimen, que Alia intenta evitar, es
imparable. Ayer, 23 destacadas personalidades del régimen, dirigentes del
partido, periodistas y diplomáticos anunciaron su salida del Partido del Trabajo.
Cinco partidos y más de mil candidatos concurren a estas
primeras elecciones en que el Partido del Trabajo no logrará aquellos 99,9999%
de los votos que sugerían la existencia de un valeroso albanés que votaba
insistentemente en contra de los comunistas, nadie sabe cómo.
Policía y carteles
Dada la tradición del país, a nadie extraña que el PT
utilice a la policía de uniforme para arrancar en pleno día los carteles
electorales de sus rivales políticos. Tampoco sorprende que los cuadros
comunistas y jefes de cooperativas y empresas adviertan a los trabajadores
sobre las consecuencias catastróficas de que serán responsables los votantes de
la oposición, ni que el periódico oficial Zeri i Popullit tache de
"agentes extranjeros" a los líderes democráticos.
El principal rival del PT (comunista) es el Partido
Democrático, fundado tras las protestas estudiantiles en noviembre pasado, que
asegura tener 100.000 miembros. Los resultados son imprevisibles dada la
ausencia de todo precedente democrático y la imposibilidad de realizar un
sondeo fiable en un país con una tradición política tan represiva.
Exceptuando a intelectuales y estudiantes en Tirana y alguna
otra ciudad como Shkodra, difícilmente un votante de partidos de la oposición
expondrá su intención de voto. Es posible que se imponga la lógica balcánica, en
la que las primeras elecciones las gana por amplio margen el partido
gobernante, gracias a su aparato, infraestructura e influencia sobre la inmensa
mayoría de la población agrícola y obrera.
Para ello no es necesario que el poder recurra a la
manipulación directa del voto. En todo caso, varios centenares de observadores
internacionales vigilarán el proceso electoral para que ésta no se produzca.
Sin embargo, puede haber sorpresas. La miseria generalizada en que ha sumido al
país la política estalinista y aislacionista ha provocado una inmensa
indignación hacia las capas dirigentes y un descontento que se refleja en la
gran presión emigratoria de los últimos meses.
Información exterior
El acceso de los albaneses a información exterior, a través
de la televisión italiana, de emisoras occidentales en albanés o de los cada
vez más frecuentes contactos con extranjeros en el interior han roto el
monopolio de la información, ya inoperante en los últimos años por su
alejamiento de la realidad.
El PT ha tenido que cambiar de hábitos ante la aparición de
competencia política. Las alusiones de Ramiz Alia al marxismo-leninismo y a
Enver Hoxha se han reducido drásticamente.
También ha pedido a los cuadros del partido que "salgan
a convencer a la gente", esfuerzo hasta ahora innecesario. La oposición ha
denunciado sus previsibles dificultades para llegar al electorado. Aunque en
las grandes fábricas la oposición está organizada, la capacidad de presión del
aparato comunista es aún inmensa.
Las elecciones son en todo caso un punto de inflexión en la
dramática historia de Albania. Aunque obtenga la mayoría absoluta el PTA, la
descomposición del sistema seguirá adelante, acelerada por la caja de
resonancia de posturas de disenso que será el Parlamento.
La situación del país es desastrosa y garantiza convulsiones
sociales y políticas en los próximos meses. Es improbable que se reduzca la
presión migratoria que tanto preocupa a sus vecinos. Como en el Congreso de
Berlín de 1878, Albania lucha ahora por integrarse en Europa. Sus posibilidades
de lograrlo y dejar atrás medio siglo de desdichas son hoy mayores que
entonces.
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