Por HERMANN TERTSCH
El País, Bucarest,
19.02.90
Rumanía vivió ayer una jornada de violencia y augurios
fatales para su incipiente transición democrática cuando apenas han
transcurrido dos meses desde el derrocamiento de Ceaucescu. Miles de personas
se manifestaron contra el Frente de Salvación Nacional (FSN) y asaltaron la
sede del Gobierno provisional, en la que causaron graves daños.
Los manifestantes reclamaban la dimisión del presidente
provisional, Ion Iliescu, y del primer ministro, Petre Roman. Dos semanas
después de la creación del Consejo Provisional de Unidad Nacional, el proceso
de descomposición del poder establecido por la revolución continúa
inexorablemente, pese al pacto entre el FSN y los partidos tradicionales. La
falta de cultura política y la crispación generalizada hacen que este proceso
transcurra continuamente al borde del enfrentamiento violento, como ayer se
volvió a demostrar.
La televisión oficial condenó la acción de estos
"grupos violentos" no dependientes de ninguno de los partidos
legales.
Aunque muchos de los más agresivos activistas se
identificaban como mineros, su edad (en torno a los 18 años) y su
aspecto de jóvenes marginados y apolíticos hacían despertar sospechas masivas
de que actuaban por simple vandalismo o por instrucciones de alguien interesado
en una escalada de la tensión y la desestabilización de la Rumanía
pos-Ceaucescu.
La sombra de la Securitate
Entre gritos contra el comunismo, el FSN y la Securitate (la
antigua policía política), grupos de manifestantes rompieron ventanas y puertas
y demolieron el mobiliario del edificio ante la mirada impasible de un cordón
del Ejército. La convicción de los manifestantes de que la Securitate sigue
funcionando dispara la crispación en el país.
Durante la toma del edificio, en tomo a las cinco de la
tarde, hora local, se produjeron gravísimos daños materiales, y sólo la
pasividad absoluta de las tropas del Ejército encargadas de la vigilancia del
edificio impidió que se produjera el derramamiento de sangre. En su despacho se
encontraba el viceprimer ministro, Gelu Voican, que después de hablar con los
asaltantes dijo que no dimitiría "bajo la presión de la multitud" y
que su acción la consideraba "una tentativa de golpe de Estado".
Horas después de iniciado el asalto, efectivos del Ejército
desalojaron la sede del FSN y dispersaron a los grupos que aguardaban en la
plaza de la Victoria, de modo que desde París, donde se encuentra en visita
oficial el primer ministro, Roman, declaró a primeras horas de la noche que
"la situación era de total calma y los soldados se limitaron a comprobar
la identidad de los asaltantes".
Los militares introdujeron en el edificio a 800 hombres que
comenzaron a expulsar a los asaltantes y procedieron a despejar la plaza. El
saldo de la refriega fueron 150 detenidos y un número no preciso de heridos,
entre ellos 15 soldados. Cuando la plaza de la Victoria fue despejada 15
tanquetas tomaron posiciones ante la sede del FSN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario