Por HERMANN TERTSCH
El País Jueves,
01.03.90
REPORTAJE: UNA NUEVA EUROPA
Los albaneses entierran a sus muertos en Kosovo en un clima
de preguerra civil
Llegan de todos los rincones de Kosovo para expresar su
respeto a la familia del muerto. "¡Lavdí, lavdí!" (¡gloria, gloria!),
responden decenas de voces al "Lavdí" entonado por gargantas
solitarias. Son los amigos, admiradores y miembros de la gran familia de Ozman
Vokshi que lloran su muerte y juran que no será vana. Partisano en la guerra de
liberación, director de fábrica después, franco y sabio -dicen sus paisanos-,
era un hombre conocido y respetado por todos los albaneses en esta provincia
yugoslava. Vokshi era un símbolo de este pueblo, el albanés, cada vez más
acosado en Kosovo. Un enviado especial de EL PAÍS presenció los hechos.
La mano izquierda alzada, formando con dos dedos la V de la
victoria, y la derecha posada en el pecho en gesto musulmán de saludo, los tres
hijos de Vokshi reciben el saludo y el pésame de los recién llegados, que
desfilan ante ellos. "¡Lavdí, lavdí!". El más anciano de cada
delegación, de Pristina, de Decine, Titowa Mitrovica o JakoNica, cubierto con
su tradicional gorro blanco albanés, plis, recita unas frases en honor de
Vokshi. "No ha muerto en vano, ha muerto por nuestra libertad". Fuera
del patio, frente al agujero en el cristal por el que entró la muerte en la
casa familiar, centenares de velas han creado ya cúmulos de cera y siguen
ardiendo. Junto a ellas, tres jóvenes enarbolan una gran bandera roja con el
águila negra, símbolo de la Albania histórica.
En dos pequeñas casas de dos pisos habita la familia Vokshi en
la parte alta de Pejë (Pec, en serbio), casi ya en la sima que se abre en la
sierra fronteriza con Albania y Montenegro. Es una familia culta y casi
adinerada en este rincón de miseria que es la provincia de Kosovo. Los hijos
han ido a la universidad y nunca ha faltado comida, como sucede en tantos
otros hogares kosovares. En esta ceremonia no existen, sin embargo, las clases
ni los resentimientos sociales. Todos son "ante todo, albaneses".
El protocolo es estricto. Las delegaciones se dividen por
sexos. Los hombres pasan a ver a los hijos en la ceremonia central en el patio;
las mujeres, a la otra casa a ver a la esposa y las hijas del muerto. Al
concluir cada delegación el homenaje, parientes y amigos de Vokshi en Pejë
obsequian a los hombres con cigarrillos. Una vez se han alejado éstos entran
las mujeres al patio a saludar a los hijos. Resuenan constantemente los gritos
de "¡Lavdí!" coreados por los centenares de asistentes que franquean
la estrecha calle en la parte alta de esta pequeña ciudad. A las doce en punto
llega por las estrechas calles entre muros de adobe la letanía del muecín.
Ozman Vokshi murió el 16 de febrero. Dos certeras balas le
atravesaron, una la barbilla y el cuello y la otra un hombro cuando ya se
tambaleaba por el primer impacto. Sus hijos no se hallaban en casa y el jefe de
la familia se disponía a abrir la puerta que alguien había golpeado. Cayó en el
umbral de su casa y murió una hora después en el hospital local, rodeado por la
milicia especial yugoslava, uno de cuyos miembros le había dado muerte.
No fue la de Ozman Vokshi una muerte casual como otras
varias decenas que se han producido en las últimas semanas entre la población
albanesa bajo las balas de la milicia yugoslava, dedicada últimamente a
disolver manifestaciones a tiros. Cuando sonaron los disparos sólo había
milicianos en la citada calle y unos niños fuera del ángulo de tiro que muestra
el agujero en el cristal y el impacto en la pared de la bala que le atravesó el
hombro.
Héroe nacional
El tío de Vokshi fue un héroe nacional albanés por su
actuación en la guerra civil española como brigadista internacional. Uno de sus
hijos es el abogado defensor de tres albaneses que se enfrentan a largas penas
de prisión en un juicio en la ciudad de Titova Mitrovica por su supuesta
connivencia con el separatismo terrorista. El movimiento nacionalista
albanés en Kosovo no ha sido separatista ni nacionalista hasta
ahora. Con la cruzada antialbanesa lanzada desde Belgrado por el nacionalismo
serbio, la radicalización está anunciada.
Cada vez son más los albaneses para los que el régimen de
Albania deja de ser un factor disuasorio para la unidad debido al estado
policial represivo impuesto en Kosovo por Serbia. Aún llaman los líderes
kosovares al diálogo y al respeto a la integridad yugoslava. La política
del kalashnikov del líder serbio Slobodan Milosevic debilita a los dialogantes
a favor de grupúsculos radicales hasta ahora insignificantes. "A base de
luchar contra terroristas separatistas inexistentes, Milosevic logrará crear el
terrorismo y el separatismo. Los primeros pasos ya se han dado", dicen
líderes universitarios albaneses. El escritor y presidente de la Liga Democrática
de Kosovo, Ibrahim Rugova, cree que, tras los acontecimientos recientes, la
provincia se halla "al borde de la guerra civil".
El enconamiento entre los dos nacionalismos, el serbio
auspiciado por Milosevic y el albanés, siempre latente, ha llegado a un límite
que parece condenar al fracaso todos los intentos de solución pacífica. La
milicia especial en Kosovo -compuesta en su mayoría por serbios y, según
persistentes rumores, por voluntarios de este cuerpo especialmente motivados
por razones familiares, económicas o de prejuicios étnicos en contra de los
albaneses- actúa con desprecio de los derechos humanos.
Las detenciones, palizas e interrogatorios a jóvenes
albaneses proliferan como nunca. Granjas albanesas reciben visitas regulares de
la milicia, que lanza botes de humo en los patios sin que medie provocación.
Los disparos no se hacen esperar incluso cuando las manifestaciones son de
pocas decenas de personas.
Manifestación de niños
El día en que murió Vokshi la milicia había disuelto una
manifestación de niños albaneses junto a su casa lanzando gases lacrimógenos en
la calle y en los patios adyacentes. Las granadas provocaron un incendio en
casa de un vecino. Vokshi se apresuró a ayudar a sofocarlo. Momentos después, a
las tres y media estaba comentando la situación con su mujer y tres de sus
hijas cuando alguien llamó. Él se acercó a la puerta de cristal opaco que
delataba claramente su presencia. Sus familiares oyeron ruido de cristales
rotos. "¿Pasa algo?". Vokshi respondió: "Estoy bien", y se
desplomó.
Un hijo del muerto, Adem Vokshi, abogado en el juicio
político de Mitrovica en el que dos directores y un trabajador de las minas de
Trepca están acusados de "cooperar con el terrorismo separatista
albanés", está convencido de que la muerte de su padre estaba planeada.
"Tenían dos objetivos", manifestó a EL PAÍS, "primero, asesinar
a mi padre para provocar indignación, nuevas movilizaciones albanesas y poder
continuar la escalada de violencia. Por otra parte, quieren intimidarme a mí y
a todos los abogados en causas políticas en Kosovo".
"Estamos ante una nueva fase, en la que sin renunciar a
las muertes indiscriminadas en ametrallamientos de manifestaciones han pasado
al asesinato selectivo de dirigentes y otras personas destacadas de la sociedad
albanesa", dijo hace cuatro días Adem. El atentado que costó la vida a un
dirigente albanés kosovar en Bruselas el domingo convierte las palabras de
Vokshi en algo más que un mal augurio.
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