Por HERMANN TERTSCH
El País, Belgrado,
18.03.91
La presidencia colectiva de Yugoslavia pidió en la madrugada
de ayer reabrir el diálogo para frenar una escalada de la tensión que ha puesto
al Estado federal al borde del enfrentamiento armado con las fuerzas milicianas
en estado de alerta en las dos principales (y enfrentadas) repúblicas: Serbia y
Croacia. La situación en Belgrado era ayer normal, si bien se había reforzado
la presencia policial en algunos puntos.
A la reunión de la presidencia no asistieron los
representantes de Serbia, Montenegro y la provincia de Vojvodina, que
dimitieron ante el fracaso de sus intentos de imponer el estado de emergencia.
Tampoco acudió, pese a haber sido llamado, el ministro de Defensa, Veljko
Kadijevic. La presidencia eslovena emitió un comunicado en el que, tras acusar
al presidente dimisionario, Borisav Jovic, y a la cúpula del Ejército de ser
golpistas, anuncia que Eslovenia ya sólo está dispuesta a negociar "la
disolución pacífica" de Yugoslavia y "la solución de los aspectos legales y
compromisos resultantes de la pasada coexistencia".
Tras el anuncio por parte del presidente serbio, Slobodan
Milosevic, de la movilización de sus fuerzas territoriales y de la
insubordinación de esta república contra la presidencia, que aún cuenta con
cinco miembros y, por tanto, tiene capacidad legal resolutiva, la jefatura
colectiva del Estado y el Gobierno federal intentaron ayer desesperadamente evitar
el vacío de poder que los partidarios de la intervención militar buscan crear.
En una insólita acción, el Estado Mayor del Ejército emitió
un comunicado para desmentir el rumor, difundido por la radio croata, de la
dimisión del jefe del Estado Mayor, Adzic, declarado partidario de una
intervención militar dura y de la liquidación de los Gobiernos electos en
Croacia y Eslovenia. Este extraño mentís reforzó ayer la impresión de que está
en marcha una dura lucha en el seno de la cúpula militar.
Alta traición
El presidente Milosevic, que prácticamente acusó a la
presidencia de alta traición por formar parte de una supuesta alianza contra
Serbia que quiere destruir Yugoslavia, visitó durante la noche a obreros
metalúrgicos y textiles en busca de un apoyo a su política, muy mermada tras
los violentos acontecimientos de los días 9 y 10 de marzo, en los que murieron
dos personas y decenas resultaron heridas por la policía en Belgrado.
El líder del Partido de Renacimiento Serbio, Vuk Draskovic,
acusó a Milosevic de querer salvar su régimen recurriendo al fomento del odio
interétnico. Draskovic rechazó la teoría de un "frente antiserbio",
que Milosevic enarbola como bandera nacionalista ante su derrota en la
presidencia yugoslava.
El líder de la oposición serbia hizo estas declaraciones a
medios de comunicación croatas, lo que indica que la oposición, asimismo
nacionalista, intenta evitar por todos los medios que Milosevic vuelva a
triunfar con los argumentos con que subió al poder, recurriendo a la necesidad
de una unidad serbia que se someta, ante una fantasmal "conjura
antiserbia", a la dirección del presidente.
Paradójicamente, la oposición nacionalista serbia ha
comenzado a jugar la carta yugoslava en un momento en el que Milosevic se ha
convertido en el mayor separatista del país con su abierto anuncio de rebelión
contra la presidencia colectiva constitucional, la movilización de sus órganos
armados y la decisión de creación de nuevos grupos de autodefensa paramilitar.
En Belgrado dominaba ayer la impresión de que, dada la
división en los órganos federales y el Ejército, son ya varios grupos los que
se enfrentan y buscan alianzas para sus fines en los diversos órganos. La
presidencia ha recuperado cierta fuerza por el mero hecho de reunirse, pese a
la operación montada por el jefe de Estado dimisionario, Borisav Jovic, y sus
aliados para dinamitarla.
El Gobierno federal también demostró ayer que no está aún
acabado, pese a los virulentos ataques que ha recibido por parte de las
"fuerzas involucionistas". El primer ministro, Ante Markovic, intenta
frenar los deseos golpistas del Ejército presentándose como el único vínculo
con la comunidad occidental y el Fondo Monetario Internacional que puede
acceder a créditos y condiciones favorables de pago de la deuda y garantizar
también la financiación de los cada vez más precarios presupuestos de las
Fuerzas Armadas.
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