Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Sofía
El País Domingo,
19.11.89
HACIA UNA NUEVA EUROPA
Cerca de 100.000 personas se concentraron ayer en Sofía en
demanda de elecciones libres y democracia multipartidista en la mayor
manifestación no oficial en Bulgaria desde hace 40 años. Entre coros de
"Libertad, elecciones, democracia" y pancartas solicitando el
"fin del neofeudalismo rojo", "multipartidismo",
"libertad de expresión", "derecho a la huelga" y
"glasnost" Bulgaria dio ayer un nuevo paso hacia el desmantelamiento
del régimen posestalinista.
Un buen viaje a dos en esta nueva era, proclamó ante
la catedral el poeta Radoj Ralin, represaliado durante décadas por insumiso.
Muchos asistentes no podían reprimir las lágrimas. "Desde Tiananmen a San
Wenceslao en Praga, desde la plaza Roja al muro de la vergüenza en Berlín, una
gran ola líquida secretarios generales, fósiles del pasado de represión, y hace
llegar la libertad, la glasnost y la democracia. Es un proceso que lidera
Gorbachov". Estas palabras del cineasta Angel Wagenstein desataron un
ensordecedor coro de "¡Gorbachov, Gorbachov!". La marcha es un aviso
al nuevo jefe del partido, Petar Mladenov, de que con el proceso de reformas en
el Este, la población búlgara, movilizada por primera vez desde la guerra,
presionará en favor de cambios reales democratizadores y exigirá
responsabilidades.
Los manifestantes estaban "borrachos de alegría",
como señalaba un asistente, por haber puesto fin hace una semana a la
"dictadura asiática" y a la "monarquía despótica", como
calificaron algunos oradores al régimen del derribado Todor Yivkov. Numerosas
pancartas exigían castigo para Yivkov y sus colaboradores, y algunas mostraban
retratos del anciano dirigente sobre los que habían sido dibujados el bigote y
el flequillo de Hitler o barrotes superpuestos llamando a su detención. En
algunos carteles, Yivkov aparecía con uniforme de presidiario.
Convocada por Ecoglasnost y otras organizaciones de la
oposición democrática, la primera manifestación independiente autorizada en
Bulgaria desde hace décadas demandó la libertad de los presos políticos, la
investigación de los abusos de la dirección comunista bajo Yivkov, la
legalización de partidos y sindicatos independientes y el respeto a los
derechos humanos y la iniciativa individual.
Policía pasiva
La policía búlgara, acostumbrada a reprimir cualquier
manifestación de crítica con la línea oficial del partido, estaba presente,
pero no intervino. Con rostros pétreos, los agentes escucharon el raudal de
descalificaciones al régimen y a la dirección comunista, que se prolongó más de
dos horas.
Petar Beron, uno de los máximos responsables de Ecoglasnost
y organizador de la manifestación, declaró a EL PAÍS que Bulgaria ya ha entrado,
con esta concentración, "en una fase irreversible de cambios. Habrá, sin
duda, muchos más relevos en la dirección".
"Aquellos que cometieron crímenes habrán de pagarlos.
Que no piensen algunos que podrán lavarse las manos haciendo de Yivkov el único
culpable", manifestó Petko Serionov, del Club de Apoyo a la Glasnost. El
poeta Ralin, perseguido, entre otras causas, por sus poemas sarcásticos sobre
Yivkov, dijo entre fuertes aplausos que "éstos no son una burguesía roja,
porque la burguesía era una clase que vivía de trabajar. Son una plutocracia
roja de parásitos que querían gobernar hasta el fin de sus vidas.
El apoyo a Mladenov, manifestaron diversos oradores, estará
condicionado a que emprenda las reformas hacia un Estado de derecho, una
democracia pluralista y una economía de mercado. Entre risas y aplausos, Ralin
atacó a "los entusiastas imitadores de los girasoles" que se
presentan como reformistas. "El huracán que hoy comienza seguirá cobrando
fuerza", manifestó. Georgi Mischev, de la Asociación de Derechos Humanos,
expresó su confianza en que "tras 40 años, Bulgaria toma la vía de la
civilización". "Nada de camaradas, señoras y caballeros",
comenzó otro de los líderes de la oposición su alocución, entre gritos de
aprobación.
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