Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Praga
El País Miércoles,
13.12.89
HACIA UNA NUEVA EUROPA
El Parlamento de Checoslovaquia, dominado por el partido
comunista (PCCh), reconoció ayer su absoluta ilegitimidad para nombrar al nuevo
presidente de la República, pero intentó con medidas dilatorias postergar su
decisión sobre la fórmula de elección del máximo representante del Estado.
"Hagamos lo que hagamos, la población no estará de acuerdo",
describió un parlamentario la situación de esta Asamblea no democrática.
Milos Jakes, exjefe del partido comunista y hoy expulsado
del mismo, negó ayer toda responsabilidad en la brutal represión de la
manifestación estudiantil del 17 de noviembre que puso en marcha la espiral de
movilizaciones en favor de la democracia. Jakes intentó disculparse
desesperadamente y demostró ser un hombre acabado en la política
checoslovaca. Miles de personas se manifestaron ayer ante el Parlamento en demanda
del nombramiento de Vaclav Havel como jefe del Estado. En plena efervescencia
democratizadora, los apoyos a Havel llegan a Praga de todos los rincones del país. Al cierre de esta edición no era previsible la decisión de la Asamblea
Nacional sobre el nombramiento que concentra toda la atención de los
checoslovacos y no se excluían nuevas manifestaciones contra las intrigas de
esta cámara aún electa en comicios sin opción democrática.
El nombramiento del máximo líder de la revolución
democrática en Checoslovaquia como jefe del Estado supondría la culminación de
la ruptura de la hegemonía comunista en este país que se prolonga cuatro
décadas desde que el PCCh se hizo con el poder en un golpe de estado en 1948.
Totalmente desarbolado, el partido comunista debatía ayer
aún su estrategia para salvar lo que pueda del aparato propio. La ruptura del
poder del partido ha provocado partido en los sectores más comprometidos con
la represión en las últimas décadas. En comisarías y sedes de la policía política
se han quemado en los últimos días decenas de miles de documentos
comprometedores. El Foro Democrático organizado dentro del PCCh intenta un
rápido alejamiento de los antiguos dirigentes comunistas en un intento de no
hundirse.
La sucesión de Gustav Husak, forzado a dimitir por la
presión popular en favor de reformas democratizadoras quedó paralizada en una
sesión parlamentaria celebrada ayer por causa de la convicción generalizada,
dentro y fuera de las dos cámaras parlamentarias, de que sus miembros no gozan
de la confianza de la población.
Dimisiones
Ayer dimitieron de sus cargos en las presidencias de ambas
cámaras varios miembros muy significados del aparato dirigente durante los
últimos veinte años de normalización y ortodoxia comunista. Entre ellos están,
en la Cámara del Pueblo (cámara baja) Alois Indra, Jozef Lenart, el ex
secretario general del partido Milos Jakes, el máximo ideólogo del inmovilismo,
Vasil Bilak y otros. En la cámara alta dimitieron notorios estalinistas como Vladislav Zavadil y Jozef Kempny. Ambos habían luchado denodadamente en las
últimas semanas en contra de los cambios democratizadores y son máximos
representantes del aparato represivo que se desmorona.
Ayer se incrementaron las demandas en la calle en favor del
nombramiento del dramaturgo Vaclav Havel como nuevo presidente de la república.
El escritor, perseguido durante décadas como máximo representante de la lucha
en favor de los derechos humanos ha accedido a asumir el cargo durante el
periodo de transición hasta las primeras elecciones democráticas.
El dramaturgo Havel será nombrado próximo presidente si el
PCCh, acorralado por el levantamiento popular y despojado de su hegemonía de
poder, no intenta a la desesperada forzar en el Parlamento la victoria de la
candidatura del comunista Ladislav Adamec. Dada la hostilidad abierta de la
Asamblea Nacional contra Havel, se estudia la posibilidad de una reforma
constitucional para hacer posible una elección directa por el pueblo del jefe
del Estado.
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