Por HERMANN TERTSCH
El País, Budapest,
09.10.89
EL ESTE CAMBIA
"¿Quién se quedará con los palacios de caza en el
campo, las villas de lujo para veraneantes privilegiados y los grandes
edificios en Budapest, ciudades y pueblos? ¿Qué pasará con los chalés que con
dinero del Estado se compraron o expropiaron para dirigentes del partido y
están hoy en parte, milagrosamente, a su nombre?", preguntaba ayer un
periodista húngaro ante la feroz lucha interna desatada en el congreso del
partido.
Desde el inmenso patrimonio inmobiliario que ha acumulado el
partido en cuarenta años de poder sin control, hasta las cuentas corrientes que
algunos sospechan existen camufladas en los bancos estatales, pasando por el
parque móvil del partido y otras "riquezas", son la causa principal
ya de la lucha que ayer se desató con virulencia en el congreso en Budapest.
¿Quién va a arrebatar a los funcionarios en la provincia sus coches oficiales,
sus casinos, sus clubes de veteranos y sus economatos?
El nuevo Partido Socialista Húngaro (PSH) asegura haber roto
con las tradiciones dictatoriales, con los estatutos represivos y verticales y
la inspiración estalinista del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH). Sólo
quiere una herencia del denostado partido liquidado ceremoniosamente el sábado:
el patrimonio. También parte de la militancia.
"Este partido, el PSH, es el heredero legal del
POSH", insistían ayer en Budapest los miembros de las tendencias
victoriosas en la lucha por el cambio de nombre y programa. Los defenestrados
en la primera gran lucha de este histórico congreso, conservadores y
ultraortodoxos, no se muestran muy de acuerdo. "Yo sigo en el POSH",
señaló ayer el conservador Janos Berecz, asegurando su pertenencia a un partido
que, según sus supuestos camaradas ya no existe. Grosz alterna en los últimos
dos días anuncios de su jubilación con intentos de alianza con Berecz para
resucitar el POSH y disputar el patrimonio.
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