Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
El País Lunes,
11.12.89
HACIA UNA NUEVA EUROPA
Centenares de miles de ciudadanos salieron ayer a las calles
en toda Checoslovaquia para celebrar la constitución del primer Gobierno desde
1948 en el que los comunistas no ostentan la hegemonía y la dimisión del jefe
del Estado, Gustav Husak, máximo representante del régimen ortodoxo y de la
represión. El nuevo Gobierno checoslovaco, de transición hasta la celebración
de las primeras elecciones libres desde hace más de cuatro décadas, estará
dirigido por un triunvirato, formado por el primer ministro, Marian Calfa
(comunista); un socialdemócrata, Valtr Komarek, y un ex preso político y
abogado católico, Jan Carnogursky.
La victoria de las movilizaciones populares a favor de la
democracia que comenzaron en la sangrienta represión del viernes 17 de
noviembre es, tras la creación de este Gobierno, sensacional. Las tres semanas
de vertiginosa revolución democrática checoslovaca culminaron ayer en la
dimisión del último gran símbolo de la represión de la primavera de Praga, el
jefe del Estado, Gustav Husak, y la creación de un Gabinete con participación
de célebres miembros de la resistencia democrática.
El nuevo Gobierno, de 21 miembros, cuenta con 10 comunistas
incluido el primer ministro, dos ministros del Partido Popular, dos del Partido
Socialista y siete independientes del Foro Cívico formado hace semanas por la
oposición democrática. Ayer fue desconvocada la huelga general prevista para
hoy por el Foro Cívico contra los intentos del partido comunista de prolongar
su hegemonía con retoques como los habidos en el último Gobierno de Adamec, que
no ha durado ni una semana. Éste había dimitido el pasado jueves ante el
rechazo general de su Gobierno, que aún contaba con una mayoría de las carteras
en manos comunistas, y la presión popular, decidida a romper con esta
hegemonía.
Salir del túnel
El nuevo primer ministro, el comunista Marian Calfa, anunció
ayer que se celebrarán elecciones generales libres antes de que termine el
primer semestre de 1990. Con este anuncio, Checoslovaquia comienza a salir del
largo túnel de la dictadura que le fue impuesta en febrero de 1948 por un golpe
de Estado del partido comunista.
El desmoronamiento del régimen será total si se confirma el
nombramiento del dramaturgo Vaclav Havel, líder del levantamiento
antitotalitario, como presidente de la República, cuya candidatura fue
anunciada ayer entre vítores de cerca de 200.000 personas en la plaza de San
Wenceslao de Praga.
Éste deberá ser confirmado por el Parlamento, si bien la
actual composición de esta asamblea títere, sin legitimación democrática
alguna, podría aconsejar otra fórmula. El que fuera antecesor de Adamec en la
jefatura del Gobierno, el comunista reformista Lubomir Strougal, renunció ayer
a su escaño "para facilitar el proceso de cambio", en un gesto
personal que le enaltece y podría ser ejemplo para el resto de los
parlamentarios.
La última -y posiblemente más amarga- intervención de Gustav
Husak en la jefatura del Estado fue la confirmación ayer, en el palacio del
Hradshin, del nuevo Gobierno, en el que se encuentran algunas de las personas
más perseguidas durante su dirección del partido comunista y del Estado.
Los dos vicepresidentes primeros del Gobierno son el
economista Valtr Komarek y el abogado católico Jan Carnogursky.
Este último se hallaba en prisión hace apenas dos semanas.
Komarek, director del Instituto de Prognosis, ha criticado duramente la
catastrófica gestión económica del partido comunista, y pese a ser miembro del
mismo, era uno de los máximos enemigos del aparato ortodoxo dirigido por Milos
Jakes y Miroslav Stepan.
El Ministerio del Interior, cartera clave para desmantelar
el aparato represivo del régimen comunista, será compartido por el primer
ministro, Calfa, y Carnogursky, cuyo juicio político en Checoslovaquia hace
pocas semanas fue posiblemente el último en la larguísima lista de los
celebrados en Checoslovaquia desde el comienzo de la normalización en
1969.
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores es el periodista
Jiri Dienstbier, uno de los miembros de Carta 77 que más coraje ha demostrado
en la última década en la denuncia de las violaciones de derechos humanos,
demanda de libertades y ayuda a sus compañeros en prisión por medio de
contactos con la Prensa occidental.
De calefactor a ministro
Dienstbier ha trabajado como calefactor desde que fue
purgado en 1969 por su denuncia de la invasión.
El nuevo ministro de Trabajo es Petr Miller, un líder obrero
que encabezó las huelgas en las minas y la industria en apoyo de las protestas
estudiantiles que finalmente provocaron la caída del neoestalinismo en
Checoslovaquia.
Ministro de Finanzas es desde ayer Vaclav Klaus, un
economista del Instituto de Prognosis, hombre del viceprimer ministro Komarek,
por tanto. Frente a muchos intelectuales de la oposición que adolecen de cierto
provincialismo por el aislamiento que les fue impuesto por el régimen, Klaus ha
pasado largos períodos de estudios en Estados Unidos y Austria. Se espera de él
una rígida política para romper los monopolios y círculos de poder creados por
la burocracia comunista en cuatro décadas.
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