Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Budapest
El País Sábado,
07.10.89
EL ESTE CAMBIA
Un duro enfrentamiento entre el secretario general, Karoly
Grosz, y el ministro de Estado y líder de los reformistas radicales, lmre
Pozsgay, marcó ayer la apertura del congreso del Partido Socialista Obrero
Húngaro (PSOH). Grosz pronunció un discurso para contentar a reformistas y
ortodoxos. El reformista Pozsgay apareció como el principal triunfador y se
declaró incompatible con quienes no se muestren defensores del pluripartidismo
y de un sistema económico de mercado.
Abrió el congreso el presidente del partido, Rezso Nyers,
que resaltó que "el pueblo tiene todo derecho a pedirnos cuentas", al
referirse a la grave situación en que se halla Hungría, y pidió una
purificación total del nuevo partido de los errores del "centralismo
democrático y la dictadura". Añadió que el partido debe extraer las
consecuencias oportunas de la catástrofe a que ha llevado un Gobierno sin
controles externos. Sin embargo, Nyers también se refirió a "mesianismos
reformistas" y a personas que quieren perfilarse a costa del partido y
consideran que cuantos más militantes lo abandonen, mejor, en claras críticas a
Pozsgay. "Hay que definir los límites en que pueden moverse las facciones
internas. Hay gente que no puede sumarse al proyecto, que tiene que estar en
otro partido", replicó Pozsgay. Éste rechazó explícitamente la defensa de
Grosz de la necesidad de "un partido renovado, y no un nuevo
partido", y propugnó la creación de un "nuevo partido
socialista" que "sea aceptado por la izquierda europea y el pueblo
húngaro". "La historia del PSOH acaba aquí. Tenemos que romper con el
monstruo que no funcionó como partido, sino como instrumento de poder".
Pozsgay defendió que el nuevo partido se llame Partido Socialista Húngaro,
eliminando el calificativo de obrero.
Pozsgay, interrumpido por aplausos en varias ocasiones y
ovacionado al concluir su discurso ante los 1.270 delegados en el Palacio de
Congresos de Budapest, fue el vencedor del primer asalto en este congreso, que
se podría prolongar hasta el martes a la vista de la dureza de los
enfrentamientos que se esperan entre las numerosas tendencias del amplio
espectro político del partido. Se mantiene la absoluta incertidumbre sobre los
resultados de este primer congreso que celebra un partido comunista del este de
Europa para liquidar todo el lastre acumulado en 40 años de poder dictatorial.
Línea divisoria
Pozsgay hizo una clara línea divisoria entre la
"militancia del partido" exenta de culpa en los "errores y
pecados del pasado, ya que no era consultada", y "las oligarquías con
responsabilidades personales servidoras de esta política errónea", aseguró
el líder de los reformistas.
Desde la tendencia abiertamente socialdemócrata de Pozsgay
hasta los comunistas ortodoxos de la sociedad Ferenc Münnich, los diferentes
grupos organizados entre los delegados comenzaron ayer una dura pugna, de la
que, en todo caso, emergerá un partido de nuevo tipo, adaptado a las nuevas
circunstancias.
En gran parte, la lucha por lograr el apoyo de la mayoría de
los delegados no adscritos a ninguna de las tendencias gira en torno a la
consecución de la sucesión jurídica y, por tanto, del patrimonio del actual
Partido Soc¡alista Obrero de Hungría.
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