Por HERMANN TERTSCH
El País, Budapest,
11.10.89
EL ESTE CAMBIA
Ha sorprendido tanto a los observadores extranjeros como a
sus compañeros, que ya no camaradas, este profesor de economía que a los 66
años ha sido nombrado presidente del nuevo Partido Socialista Húngaro. Rezsö
Nyers ha sido siempre un político honesto y modesto. Miembro del Partido
Socialdemócrata hasta su disolución forzosa, se integró en el Partido Comunista
para paliar los daños de una política que él sabía ya entonces desastrosa. Fue
ministro de Hacienda entre 1960 y 1962 y miembro del comité central desde
entonces hasta que, por inspirar las primeras reformas económicas, fue
marginado en 1974 por presión soviética. Es, como él mismo dice con ironía, "un
reformista que ve cómo los rezagados de antes le adelantan".
Es Nyers un hombre culto, autor de numerosos libros, con el
suave talante de un intelectual burgués de la Centroeuropa de entreguerras. Ha
sufrido las consecuencias que de esto se deriva en el ambiente de arrogancia,
simplismo doctrinario e intolerancia propios del poder en los regímenes
comunistas. Nyers era un profesor represaliado a quien nadie creía capaz de
mandar.
El sentido de poder que ha demostrado ahora en el histórico
congreso de Budapest parece haber sorprendido a todos. Ha utilizado su imagen
de integrador para realizar unas maniobras tácticas logradas, enfrentar a
reformistas radicales con corrientes contrarias a la socialdemocratización total
del partido y erigirse en líder necesario.
Sus disputas con los reformistas Imre Pozsgay, Karoly Nemeth
y Gyula Horn han marcado el congreso. Sus contendientes salían congestionados
de los encuentros. Nyers quiere el pluralismo y conoce demasiado el sistema
colectivista como para no querer liquidarlo. Pero quiere un partido netamente
de izquierdas. Algunos de sus contendientes en el PSH son hoy ya centristas
liberales. No debe extrañar que, después de las elecciones, sus caminos se
separen.
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