viernes, 24 de febrero de 2017

¿HASTA DÓNDE LLEGA ALEMANIA?

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Bonn, 31.08.89

TRIBUNA

¿Hasta dónde llega Alemania? ¿Es la suma de los dos Estados alemanes o más que eso? Un fantasmagórico debate sobre la germanidad de territorios que hoy son parte de la Unión Soviética y Polonia levanta pasiones en la República Federal de Alemania, deteriora gravemente las relaciones con Polonia y suministra argumentos a los enemigos de las reformas democratizadoras en el Este de Europa. Los conservadores de la Democracia Cristiana de la RFA (CDU y CSU) se apropian de las ideas revanchistas de la extrema derecha para luchar contra el fenómeno de Los Republicanos. Dado que tras la derrota alemana, en 1945, sólo se firmó un armisticio con los vencedores y nunca hubo un acuerdo de paz, que sólo hubiera podido firmar una Alemania íntegra, las fronteras vigentes "por derecho internacional" son las existentes en 1937. Sucede todo esto a pocas semanas de que, el 1 de septiembre, se cumpla el 50º aniversario de la invasión nazi de Polonia.
Era una oportunidad histórica para abrir un nuevo capítulo en la historia de las relaciones entre estos dos pueblos, jalonada hasta ahora de tragedias. No podrá ser ya. Por mucho que Varsovia necesite el dinero de la RFA, no puede consentir que desde el Gobierno de Bonn se viertan amenazas a su integridad territorial. "Somos el único Estado de Europa cuyas fronteras se cuestionan abiertamente", señalaba recientemente el Consejo de Defensa Nacional polaco, justificando así que el jefe del Estado "tiene" que ser un militar.
Todo comenzó con Theo Waigel, sucesor del fallecido Franz Josef Strauss en la jefatura de la CSU bávara y ministro de Hacienda del Gobierno federal. En la reunión anual de los silesianos, los alemanes expulsados en 1945 de la región de Silesia que, tras el corrimiento de las fronteras hacia Occidente, pasó a ser Polonia, Theo Waigel pronunció la "desgraciada frase" que después ha repetido, ratificando su contenido.
"Los territorios dentro de las fronteras de 1937 forman parte de la cuestión alemana", señaló. Socialdemócratas, liberales y muchos democristianos reaccionaron con estupor. "¿Cómo se podrá quitar el hábito a algunos políticos alemanes de decir lo falso en el momento falso?", se preguntaba el diario Süddeutsche Zeitung. El ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher, reaccionó con tal indignación que amenazó con romper la coalición si los democristianos no se distanciaban claramente de las manifestaciones de Waigel.

Acuerdos de Helsinki
Waigel olvidó el acuerdo entre Bonn y Varsovia que establece que "no hay ni habrá reivindicaciones territoriales" entre ambos Estados y marca el carácter definitivo de la frontera Odra-Neisse. También olvidó los acuerdos de Helsinki, con la ratificación del carácter inamovible de las fronteras. Sin embargo, no es amnésico el líder bávaro. Waigel tiene elecciones que disputar en el Estado de Baviera el próximo año. En las europeas de hace un mes Los Republicanos, de extrema derecha, lograron el 15% de los votos. La inmensa mayoría de los alemanes expulsados de los territorios orientales, de Silesia o los Sudetes vive en Baviera. ¿Qué es la cuestión alemana? Según unos, no existe, ya que quedó zanjada con la creación de dos Estados independientes. Según otros, es la pendiente reunificación de los dos Estados, en libre autodeterminación, hasta la frontera establecida por los ríos Odra y Neisse. Según algunos pocos -se sabía-, Alemania tiene que renacer en las fronteras de 1937, con Silesia, Prusia del este y Pomerania, como si la guerra no hubiera existido. Hasta el río Memel, más allá de Königsberg, hoy Kaliningrado. Lo que no se sabía es que compartía esta opinión nada menos que un ministro del Gobierno y líder del tercer partido de la coalición.
Un debate sobre la existencia o no de Alemania en sus fronteras de 1937 es una polémica tan gratuita que se tiene que dejar para uso exclusivo en emotivas reuniones de las asociaciones de ultraderechistas nostálgicos, vino a decir el director de Der Spiegel, Rudolf Augstein.
En Polonia, las declaraciones de Waigel, reiteradas por él y otros compañeros de caza del voto ultraderechista, causaron un revuelo de indignación en toda la sociedad, en la que hizo resurgir los miedos al revanchismo alemán y fortaleció los argumentos de la ortodoxia que defiende la "hermandad de armas" con la URSS para defenderse contra los sueños expansionistas de los alemanes.

La paz europea
No existe tal voluntad expansionista en la RFA, pero declaraciones como las de Waigel sirven para hacer creer que sí. "Quien pone en duda las fronteras, pone en peligro la paz en Europa", dijo el líder de Solidaridad Bronislaw Geremek en Bonn.

Las autoridades de la República Democrática Alemana (RDA) se frotarían las manos al oír a Waigel. Días más tarde, los medios oficiales de Berlín Este habían encontrado un buen uso para sus declamaciones pangermanistas y revanchistas. El muro de Berlín es necesario también para defender la frontera polaca de las tentaciones revanchistas de políticos de Bonn, señalaban. En un momento político de inmensas posibilidades para la democratización polaca y la apertura en el Este, la caverna derechista de la RFA, por medio del destacado portavoz Waigel, parece haber creído necesario echar una mano a la casi derrotada caverna ortodoxa polaca y a la reinante aún en Berlín Este.

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