martes, 28 de febrero de 2017

LOS ‘HUÉRFANOS ASESINOS’

Por HERMANN TERTSCH / BERNA GLEZ. HARBOUR
El País,  Bucarest, 29.12.89

LA CAÍDA DEL 'CONDUCATOR'

Salen a la luz detalles siniestros de la escuela de policías de Ceaucescu

Muchos de los policías secretos que causaron las mayores matanzas en Rumanía la pasada semana, y aún hostigan al Ejército y al Gobierno de transición, proceden de una operación establecida por el depuesto presidente Nicolae Ceaucescu e inspirada en el ejemplo de los jenízaros del imperio otomano.
Los niños huérfanos en Rumanía en los últimos 20 años, muchos de ellos producto del terremoto de 1977, han sido recluidos sistemáticamente en escuelas especiales en las que crecieron adoctrinados en una obediencia absoluta al conducator y adiestrados en la lucha armada, acción subversiva, represión y tortura, totalmente aislados y sin la mínima referencia moral y social que no fuera la total sumisión al dictador. Hasta hoy, su existencia era un rumor. Funcionarios de la nueva Administración rumana en el Consejo Revolucionario la confirmaron a EL PAÍS. "No hay duda alguna, son los célebres huérfanos". Estas fuentes explican así la infinita crueldad demostrada por las fuerzas de la Securitate en sus acciones de la pasada semana, todas dirigidas a causar el mayor número de víctimas mortales con el máximo terror. Según llegan a la capital los datos sobre sus acciones, aumenta la dimensión del horror vivido por la población bajo la actuación de esta guardia creada por Ceaucescu. No obedecían órdenes de nadie más que las del dictador a través de cauces siempre secretos aún no conocidos por las nuevas autoridades.
Ni el ministro de Interior ni el de Defensa, ni el primer ministro ni el Estado Mayor tenían la más mínima influencia sobre estos huérfanos asesinos. Algunos lo intuían, pero nadie conocía el poder y la infraestructura de esta organización. Miembros de estos grupos de élite de la represión en la Securitate, muertos en combate con el Ejército, tenían una gruesa cadena de oro en el cuello y un extraño tinte verde en las yemas de los dedos, al parecer, señales de identidad de los integrantes de esta siniestra hermandad del crimen.

Elección de objetivos
La coincidencia entre los grupos inconexos durante la revolución en la elección de sus objetivos militares, como la maternidad en la ciudad de Arad, donde causaron decenas de víctimas entre madres y niños; guarderías infantiles y escuelas primarias, así como sus operaciones de intoxicación con rumores sobre envenenamiento del agua corriente y sus salvajes métodos, prueba que actuaron por manual.
En Timisoara, el Ejército ha descubierto cámaras de tortura en las que sistemáticamente se desfiguraba con ácidos los rostros de disidentes o líderes obreros para evitar que los cadáveres fueran reconocidos en caso de ser encontrados. Estas cámaras, y las que nadie duda se descubrirán en otras ciudades, podrían ser la explicación de la suerte de miles de desaparecidos en los años de la era Ceaucescu.
Los productos de esta "mente diabólica", como califica al dictador el diario Adevarul, heredero del disuelto órgano oficial Scinteia, adquieren cada vez más un perfil siniestro.
Cincuenta kilómetros de pasadizos subterráneos secretos fueron construidos en Bucarest por orden de Ceaucescu en los últimos 20 años. La obsesión de Ceaucescu la explican sus enemigos por el terror de correr una suerte pareja a la de la dirección comunista checoslovaca en 1968.

Las nuevas autoridades no disponen de los planos de estos laberintos subterráneos de Ceaucescu. Sospechan que podría haber otros. "En estos túneles y búnkeres secretos cuyos planos no tenemos y cuya existencia ignoraban incluso muy estrechos colaboradores del dictador hay gran cantidad de armas, munición y quizá provisiones para muchos meses", señalan las fuentes citadas, que justifican así su temor a que los intentos de desestabilización se prolonguen.

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