Por HERMANN TERTSCH
El País, Budapest,
06.10.89
EL ESTE CAMBIA
Los comunistas húngaros comparecen hoy en su congreso sin
fingir ya una unidad que, de haber existido alguna vez, pasó hace ya tiempo a
esa oscura historia de la que ahora se quieren despojar. Varias corrientes
acuden estructuradas al congreso en abierto desprecio al centralismo
democrático que fue hasta ahora axioma leninista de los partidos
comunistas. Estas tendencias van desde el ala "reformista democrática"
liderada por el ministro de Estado lmre Pozsgay hasta la Plataforma Marxista
y la Sociedad Ferenc Münnich, ambas integradas por comunistas ortodoxos que
acusan a la dirección actual del partido de lesa traición al socialismo. Entre
estos dos extremos están los llamados "centristas" del partido,
encabezados por Janos Berecz y posiblemente con el apoyo del ya prácticamente
defenestrado miembro de la presidencia Karoly Grosz.
La sociedad húngara, que aún veía el XIII Congreso como un
ritual de debates internos del poder comunista, aguarda con gran expectación
los resultados de este foro. De su transcurso dependerá que los auténticos
reformistas logren crear un nuevo partido de corte socialdemócrata y marginen a
ortodoxos y contemporizadores a una existencia en un partido comunista de
marginal influencia en la nueva sociedad pluralista húngara. Los ortodoxos, una
especie de asociación de ex combatientes, no han logrado conmover a la
militancia con sus lamentos sobre la marginación de que son objeto como
auténticos portadores de la verdad marxista.
Por otra parte, la hostilidad hacia los comunistas entre la
sociedad está en rápido aumento y amenaza con arrastrar al fracaso en las
elecciones generales en primavera a todos aquellos que, reformistas o no, no se
desmarquen de forma inequívoca del pasado y de las siglas del POSH.
Cerca de mil militantes abandonan diariamente el partido en
los últimos meses. Decenas de miles se niegan a comprometerse con una
organización que no tiene futuro en su actual situación.
Romper esta apatía con un gesto espectacular es la tarea que
esperan muchos húngaros de Pozsgay. Si accediera a un compromiso con las
fuerzas "centristas" de Berecz, la gran estrella política húngara de este
año podría haber iniciado su caída, se augura en la oposición democrática.
De quedar aliada la corriente reformista con el grupo de
Berecz, en cuya vocación democratizadora sincera no cree la mayoría de la
población, se habría llegado según estas fuentes a un nuevo compromiso por "salvar la cara" y mantener la penetración de los comunistas en la
administración.
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