Por HERMANN TERTSCH
El País, Budapest,
24.10.89
EL ESTE CAMBIA
"Larga vida a la República de Hungría y paz para
Hungría y el mundo entero". Estas palabras del presidente del Parlamento y
jefe del Estado en funciones, Matyas Szuros, dieron paso a una clamorosa
ovación, gritos de júbilo y trompetas militares a las 12.15 del día de ayer, 23
de octubre de 1989, frente al palacio del Parlamento, en Budapest. Así nació la
nueva República de Hungría, "un Estado de derecho independiente y
democrático" en el que el poder emana del pueblo a través de sus
representantes elegidos en elecciones libres, según reza su nueva Constitución.
A las doce en punto de la mañana habían sonado las campanas
de Budapest, cuando Szuros se asomó al histórico balcón del Parlamento desde el
que hace 33 años el primer ministro lmre Nagy pidió ayuda a sus compatriotas y
al mundo entero contra los invasores soviéticos. Hungría celebró ayer
solemnemente su entrada oficial en la comunidad de Estados regidos con división
de poderes, pluralismo político y respeto a los derechos humanos. Atrás quedan
mas de 40 años de república popular, dictadura monopartidista y colectivismo
impuesto.
Al caer la tarde, centenares de miles de personas acudieron
a esta misma plaza frente al Parlamento convocadas por los partidos de la
oposición.
Por primera vez, la población conmemoró oficialmente el
aniversario del levantamiento nacional de 1956, aplastado días después por los
carros de combate soviéticos.
El fin del régimen
El poder comunista, que la pasada semana decidió dar los
últimos pasos hacia su autodisolución, había convocado esta ceremonia para
marcar oficialmente, con honores militares y la presencia del Gobierno y una
oposición perseguida hasta hace poco, el fin del régimen. Las elecciones
generales, a celebrar en el primer trimestre, de 1990, dejarán a los herederos
del partido comunista, organizados en el Partido Socialista Húngaro (PSH) y en
algunos grupúsculos ortodoxos, en una clara minoría parlamentaria. Algunos
medios húngaros auguran su total desaparición como fuerza política relevante.
Decenas de miles de ciudadanos se habían reunido ante el Parlamento antes del
mediodía para asistir al acto histórico del nacimiento de una nueva república
que se autodeclara humanista y plural, basada en los valores democráticos hasta
ahora exclusivos de Occidente. Acudieron con centenares de banderas con el
escudo húngaro tocado con la corona del patrón nacional, san Esteban; los
estandartes históricos de la Hungría tradicional, y banderas con un agujero en
el centro, símbolo del levantamiento de 1956, cuando era arrancado por los
insurrectos el escudo comunista en el centro de la tricolor. Muchos de los
ancianos, que con ojos empañados de lágrimas entonaron el himno nacional
húngaro tras la proclamación de la nueva república, estaban convencidos hace
aún pocos meses de que no vivirían para ver un acto que muchos añoran desde que
en 1948 fuerzas extranjeras impusieran al país un régimen extraño.
Varias veces fue interrumpido Szuros por aplausos de la
multitud, sobre todo cuando manifestó: "Al concluir el siglo XX entramos
en una nueva fase de nuestra historia con la nueva república. Hungría será un
país independiente, democrático, abierto y con vocación a la integración
europea. Sólo unidos pueden el Oeste y el Este formar una Europa en paz".
Tan sólo fue interrumpido por silbidos de disconformidad de un sector del
público cuando se refirió a que "Hungría desea conservar las buenas
relaciones con su gran vecino la Unión Soviética". Siguió a este instante
de azoramiento una larga ovación al continuar Szuros: "Y con la otra gran
potencia, Estados Unidos de América".
En otros actos que se celebraron a lo largo de la tarde en
toda la capital, las juventudes de la oposición encuadradas en Fidesz se
manifestaron en contra de la vía impracticable del socialismo
estalinista", cuyo fracaso dio a conocer ya el levantamiento de 1956.
"Entonces se dieron a conocer al mundo los horrores del sistema
estalinista impuesto", manifestó un portavoz de Fidesz en una alocución
ante la Universidad Técnica.
Con pancartas de "Queremos una región libre de
comunistas", "Proletarios, uníos en vuestros chalés" o
"Proletarios de las grandes villas, qué va a ser de vosotros"
recorrieron las calles de la margen derecha hasta llegar a la plaza de Bem,
donde les esperaba una representación polaca de Solidaridad. Bem fue un oficial
polaco que luchó con los húngaros en el levantamiento de 1848 y es el símbolo
de la amistad entre estos dos pueblos, hoy las naciones que se encuentran en la
vanguardia de la liquidación del socialismo posestalinista.
Llamamiento a la unidad
Ante el Parlamento, Szuros había llamado a la unidad de
todos los húngaros para salir de la crisis y a una reconciliación total en la
reconstrucción de una nueva Hungría. "Sólo unidos podemos crear un país
libre y democrático donde se pueda vivir con alegría y bienestar",
declaró. "En este camino tenemos que aclarar el pasado, pero siempre
mirando hacia el futuro". "Que jamás tenga que volver a derramarse
llanto ni sangre por la libertad de Hungría", decía horas después Andras
Vagvolgyi, dirigente de la oposición.
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