Por HERMANN TERTSCH
El País, Bucarest,
04.01.90
LA CAÍDA DEL 'CONDUCATOR'
El viceministro de Defensa y jefe del Estado Mayor del
Ejército rumano, Vasile Ionel, negó ayer en Bucarest que fuerzas de la policía política del dictador muerto, Nicolae Ceaucescu, se hubieran refugiado en la
cordillera de los Cárpatos. Ionel confirmó que el Ejército controla todo el
país, aunque aseguró que "permanece en alerta y tiene vigilados los
objetivos estratégicos más importantes".
El militar rechazó tajantemente la teoría de que el Frente
de Salvación Nacional se hubiera constituido ya hace meses y hubiese utilizado
los incidentes de Timisoara como pretexto para un golpe de Estado. Según
manifestó, la cifra real de muertos no se sabrá hasta pasado un tiempo, ya que
siguen muchos heridos en los hospitales. Un total de 196 jefes y oficiales del
Ejército ha caído durante los combates contra la Securitate en las diferentes
ciudades de Rumanía. El viceministro no dio cifras sobre muertos entre la
tropa. Parece confirmarse que el matrimonio Ceaucescu fue ejecutado el mismo día
de su detención tras el rápido juicio en Tirgoviste, y no cuando se anunció
oficialmente su muerte, el día de Navidad. El riesgo de una operación de
liberación del dictador por parte de sus leales era máximo.
Aún estaba vivo cuando fue mostrado el vídeo del juicio a
oficiales de la Securitate detenidos para que hicieran un llamamiento a sus
subordinados a entregarse. Cuando éstos manifestaron tener un juramento de
lealtad hasta la muerte con el dictador y al temerse una operación para
liberarlo, las autoridades militares optaron por ejecutarlos de inmediato.
Según parece, ni Nicolae ni su esposa, Elena, habían captado aún la gravedad de
su situación, o confiaban en ser liberados.
Ceaucescu fue ejecutado en primer lugar y, al ver el
fusilamiento, Elena sufrió un ataque de nervios, según informaciones no
confirmadas. Los momentos de la ejecución no han sido mostrados por las nuevas
autoridades rumanas.
Ayer se presentó en Bucarest el nuevo Partido Ecologista,
cuyos objetivos políticos son la creación de una democracia pluralista, un
Estado de derecho de tipo occidental y corregir, o al menos paliar, los
desastres ecológicos causados por la política de proyectos megalómanos de
infraestructura y por la industria pesada bajo la dictadura de Ceaucescu.
Ayuda de Francia
Los ministros de Asuntos Exteriores de la URSS, Francia y la
República Federal de Alemania han anunciado su llegada a Bucarest en los
próximos días para ratificar con su presencia el apoyo al movimiento
revolucionario contra Ceaucescu. El presidente de la Asamblea Nacional gala,
Laurent Fabius, que se encuentra en Bucarest, ofreció ayer la ayuda de Francia
al proceso de transición democrática de Rumanía en unos términos que muchos
rumanos calificaron ayer de "paternalistas".
París ha lanzado la mayor ofensiva de todos los países
occidentales para asegurarse una ventaja inicial y posición privilegiada en
este país, que cuenta de hecho con estrechos vínculos con Francia. Fabius apoyó
sin reservas la tesis de que el levantamiento contra Ceaucescu fue una
revolución, y no una intriga palaciega, como algunos periodistas franceses
intentan sugerir.
Todo observador familiarizado con la historia y la situación
rumana sabe que su Ejército nunca hubiera utilizado un pretexto y mucho menos
una provocación en el seno de la minoría húngara, como la primera matanza
entre los manifestantes defensores del párroco Laszlo Tökes, para poner en
marcha un golpe de Estado. Existían contactos entre oficiales del Ejército y
miembros de la oposición dentro y fuera del aparato, en parte encauzados por
contactos soviéticos, pero un golpe se hubiera producido de forma totalmente
diferente y con muchas menos víctimas civiles que las habidas en los cuatro
días de combates abiertos. lonel reconoció una creciente oposición a Ceaucescu
dentro del Ejército, degradado con ese régimen a "un refuerzo de mano de
obra para proyectos megalómanos". No obstante, el jefe del Estado Mayor
desmintió que hubiera estado preparada la intervención militar para derrocar al
dictador comunista. "La revolución rumana, ha sido espontánea".
Ionel anunció que las detenciones de miembros de la
Securitate y otros implicados en la sangrienta represión de las manifestaciones
populares contra Ceaucescu "se elevan a miles", pero reconoció que no
sabía la cifra de los que se encuentran actualmente huidos. "Sabemos que
no hay miles de hombres escondidos en búnkeres en los Cárpatos. Puede
que haya un puñado de ellos que han huido de la ira popular, aunque no están
organizados".
Apoyo a la huida
Ionel desmintió asimismo la llegada a puertos del mar Negro
de buques de "alguna nación árabe" para apoyar en la huida a los
miembros de la Securitate y manifestó ignorar toda información sobre el envío
de guardias de la revolución iraní a Rumanía, coincidiendo con la visita de
Ceaucescu a Irán días antes de su caída y ejecución. "Sí hay muertos entre
los terroristas que tienen aspecto extranjero, pero no tenían encima
documentación alguna y es muy difícil establecer su procedencia", indicó.
El jefe del Estado Mayor insistió en que el Ejército no
había disparado contra el pueblo en ningún momento, ni siquiera en Timisoara,
durante el comienzo de la revuelta contra el dictador. "El Ejército
recibió la orden del dictador Ceaucescu de disparar contra el pueblo, pero no
lo hizo. Fueron personas de la Securitate las que, mezcladas con el Ejército,
dispararon contra las masas".
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