Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Budapest
El País Miércoles,
11.10.89
EL ESTE CAMBIA
El Partido Socialista Húngaro (PSH) acordó ayer la
disolución de las Milicias Obreras, una temida y odiada organización
paramilitar comunista, fuertemente armada, en la que la oposición y los
reformistas del recién creado partido ven una seria amenaza de
desestabilización para la transición democrática ante las primeras elecciones
libres, a celebrar en primavera. El PSH anunció asimismo que propondrá como Día
Nacional el 23 de octubre, fecha en que se cumple el aniversario del levantamiento popular aplastado posteriormente por las tropas soviéticas.
Las Milicias Obreras, intensamente indoctrinadas en la combatividad
contra el enemigo interno, fueron creadas precisamente tras aquellos
trágicos acontecimientos como fuerza represora de todo movimiento de protesta
contra el régimen comunista. Según el acuerdo del PSH, la festividad del 23 de
octubre "deberá llevar a la memoria del pueblo cómo pervierten las
dictaduras a la sociedad y a los ciudadanos. También advertirá que el uso de la
fuerza para impedir evoluciones sociales siempre genera el odio". En la
madrugada de ayer, al final de un tempestuoso congreso de cuatro días que puso
fin a 70 años de existencia del partido comunista, los delegados del PSH
acordaron disolver esta fuerza de choque comunista, que cuenta con 60.000
miembros y armamento semipesado. El Parlamento húngaro deberá ratificar esta
decisión, ya que, desde hace meses y bajo la presión de la opinión pública, la
dirección del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH) transfirió la autoridad
sobre estos grupos al Ministerio del Interior.
La dirección del PSH decidió también la retirada de las
armas a los dirigentes medios del disuelto PSOH que no puedan justificar la
posesión de las armas con razones distintas al cargo desempeñado en el pasado.
La oposición democrática solicitó esta medida desde hace meses. La existencia
de decenas de miles de armas cortas en manos de particulares de actitud al
menos dudosa hacia la transición democrática supone asimismo un peligro de
desestabilización, insistía la oposición.
En el muy controvertido debate sobre el futuro del
patrimonio del PSOH, que, según estimaciones internas, está valorado en unos
153 millones de dólares, el nuevo partido socialista asegura que devolverá al
Estado la mayor parte de los numerosos bienes inmuebles, fincas, villas,
palacios y edificios urbanos, y que sólo mantendrá lo estrictamente necesario y
los bienes procedentes de las contribuciones de sus miembros. La distribución y
devolución de este patrimonio será una ardua tarea, debido a que en gran parte
fue transferido al partido sin control alguno que no fuera el de los
directamente implicados y beneficiados. En las últimas semanas, la oposición ha
denunciado la creación de empresas ficticias, a las que son transferidos bienes
del partido en operaciones para privatizar, entre dirigentes del partido y la
Administración, patrimonio del partido y del Estado.
Democracia pluralista
El congreso hizo un llamamiento para que se unan al partido
socialista todos los militantes del PSOH que apoyen el nuevo programa y que se
identifiquen con los objetivos de la democracia pluralista, el Estado de
derecho y la economía de mercado. Dirigentes conservadores que se opusieron a
la creación del nuevo partido y al programa del mismo pidieron por su parte a
los militantes del PSOH que no suscriban el documento de adhesión al partido
socialista.
Después del 31 de octubre, los comunistas que quieren
reactivar el PSOH, encabezados por el ex secretario general Karoly Grosz y el
ex responsable de ideología, intentarán captar a los descontentos con los
resultados del congreso para organizarse como partido comunista bajo las siglas
del partido oficialmente desaparecido. Uno de sus principales objetivos es
disputar al PSH el patrimonio de la organización comunista extinta.
Las posibilidades del PSOH y del nuevo partido comunista
húngaro de lograr incluso una pequeña representación parlamentaria en las
elecciones generales libres son muy escasas. En Budapest, medios conservadores
y reformistas coinciden en que, en ciertos sectores de los 700.000 miembros que
aún le quedaban al PSOH pese a la continua deserción de la militancia, la
ruptura total con el pasado comunista, el abandono de todos los símbolos y la
tendencia socialdemócrata de la mayor parte de la dirección del PSH han
provocado gran malestar entre los veteranos. De organizarse como PSOH una cifra
significativa de estos militantes, Grosz y Berecz querrán disputar al PSH los
bienes. El acuerdo del PSH habla de repartirlo, si bien no dice si será
con el Estado o con organizaciones políticas.
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