Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín Este
El País Sábado,
09.12.89
TRIBUNA: HACIA UNA NUEVA EUROPA
Los dos países económica y socialmente más desarrollados del
este de Europa (Checoslovaquia y la República Democrática Alemana) han tenido
por muy diversas razones históricas y geopolíticas las direcciones comunistas
que más se han resistido a aplicar reformas democratizadoras hacia la
inevitable liquidación del sistema. Excluidas quedan Rumanía y Albania, que
poco tienen que ver con este proceso.
Es una paradoja que, contando con las mejores condiciones
para una transición hacia la democracia, sin fricciones nacionalistas y con una
sociedad civil vertebrada, sean hoy los que mayores peligros de
desestabilización presentan. Si la RDA y Checoslovaquia hubieran emprendido el
camino de las reformas con la llegada de Mijail Gorbachov al Kremlin, hoy
estarían más que probablemente subidos ya al tren del desarrollo europeo.
Debido a la resistencia de unas cúpulas comunistas que se sabían ¡legítimas y
odiadas y que temen represalias masivas, los cambios son ahora mucho más
traumáticos y los responsables habrán de pagarlo muy caro.
Milos Jakes ha sido expulsado del partido comunista de
Checoslovaquia, del que ha sido secretario general hasta hace sólo dos semanas.
Lo mismo le sucedió a Miroslav Stepan, ex jefe del partido en Praga. El
procesamiento de ambos por la operación de castigo de 18 policías contra
manifestantes el 17 de octubre de noviembre parece inminente.
En la RDA fueron encarcelados ayer varios miembros del que
fue todopoderoso buró político del régimen de Erich Honecker. El jefe del
Ministerio de la Seguridad del Estado, Erich Mielke, el primer ministro Willy
Stoph y Werner Krolikowski pasan a hacer compañía en prisión a Günther Mittag y
Harry Tisch. Honecker, también procesado, sólo se salva por su mala salud
física y mental.
En Bulgaria, las posibilidades de la camarilla del ex jefe
de estado Todor Yivkov -la célebre banda de Boyana-, de acabar asimismo en
prisión son cada vez mayores. En los países del este de Europa donde la
dirección del partido comunista demostró el suficiente patriotismo para buscar
fórmulas consensuadas de transición -Hungría y Polonia-, hubo un pacto de
caballeros entre comunistas, oposicion y población, para evitar enfrentamientos
que hasta ahora no ha sido roto.
En la RDA y Checoslovaquia, los intentos de las
respectivas nomenklaturas por "limitar los daños" o retrasar al
máximo su inevitable pérdida del poder han sido denodados y patéticos al mismo
tiempo. Gustav Husak se autoarroga aún la legitimidad para nombrar a un sucesor
de Ladislav Adamec, Marian Calfa. Y en la RDA ha quedado demostrada la
inviabilidad de soluciones de supuesto compromiso como la propuesta por el
defenestrado Egon Krenz.
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