Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Praga
El País Viernes,
27.10.89
EL ESTE CAMBIA
Los líderes de la primavera de Praga de 1968, con Alexander
Dubcek al frente, han lanzado una ofensiva para agrupar a las fuerzas
reformistas y derribar a la dirección inmovilista del Partido Comunista
Checoslovaco (PCCh), bajo la dirección de Milos Jakes. Medios del partido
comunista aseguran que la dirección política de las reformas de 1968 hacia
"un socialismo con rostro humano" ha mejorado decisivamente su
posición para volver a la política. "Su capital político es enorme, y muy
grandes sus posibilidades de tomar unas riendas que los mediocres dirigentes
actuales van a perder".
El grupo Obroda (Renacimiento), formado por miembros del
partido comunista purgados tras el aplastamiento de las reformas bajo Alexander
Dubcek y marginados durante más de 20 años, es "el ala reformista del
partido liquidado en 1969, y cuya falta ha impedido una evolución similar a la
húngara o polaca". Fuentes consultadas consideran que el actual secretario
general, Jakes, es ya "un cadáver político", cuya caída puede
producirse "de inmediato si la manifestación del sábado es suficientemente
numerosa, o a más tardar, en el congreso de abril próximo".
La oposición checoslovaca ha convocado mañana conjuntamente
manifestaciones en todo el país en demanda de reformas democratizadoras y por
la libertad de todos los presos políticos. [La policía detuvo ayer al disidente
y autor teatral Vaclav Havel y otros activistas de Carta 77, informa Reuter].
En el partido son cada vez mayores las fisuras. Jakes y sus seguidores se han
identificado ya -y condenado, según opinión generalizada- con la política
de normalización y represión practicada a partir de 1969.
Otro sector del buró político bajo la dirección del primer
ministro Ladislav Adamec intenta salvarse de una operación similar a la habida
recientemente en Berlín Este, distanciándose de la agresividad que muestra Jakes
hacia 1968, Dubcek y sus seguidores.
Golpe de mano
Sin embargo, hace equilibrios aún para no quedar
descabalgado por un golpe de mano de los inmovilistas, que pueden acusarle de
no respetar el centralismo democrático en la valoración de aquellos acontecimientos.
Pero Adamec sólo será, en el mejor de los casos, el Rakowski (Polonia) o el
Grosz (Hungría) de Checoslovaquia. "Puede ayudar desde la jefatura del partido a
una transición ágil, pero le falta talla intelectual, formación cultural y la
confianza de los aliados y la población", señalaba ayer una de las fuentes
consultadas. "Pero necesita también convencer de que su opción es la
válida a gran parte de los 200.000 miembros del partido que del total de 1,8
millones ostentan cargos en el poder, la Administración y las fuerzas de
seguridad".
Los órganos del partido controlados aún por Jakes califican
de "náufragos políticos revanchistas" y "fuerza que daña al
socialismo" al grupo Obroda. "Están aterrados [la dirección ortodoxa]
por el potencial político de este grupo. No son unos cuantos intelectuales como
Carta 77 ni jóvenes ávidos de libertad y tolerancia, pero políticamente
inmaduros, sino políticos capaces y muchos de ellos de gran inteligencia y
carácter".
"Jakes y sus apoyos en el buró político, Stepan [el
jefe del partido en Praga], Zavadil [el jefe de los sindicatos], Iván Knotek y
otros ortodoxos, están liquidados. Apostaron públicamente por Ligachov, por
Scherbitski y Chebrikov; rezaron por la caída de Gorbachov, y hoy son un baile
de cadáveres", señaló ayer un destacado miembro del partido que apuesta
por Adamec como figura de transición.
Ante nuevas jornadas de tensión en Checoslovaquia por el 28
de octubre, 71º aniversario de la fundación de la Primera República
Checoslovaca, el primer Estado democrático y pluralista del este de Europa, el
régimen comunista dirigido por Jakes da crecientes muestras de confusión y
pánico. Los cambios en la RDA han creado una inmensa inseguridad en esta
facción ortodoxa.
Alexander Dubcek, jefe del partido y símbolo del
"socialismo con rostro humano"; su primer ministro, Oldrich Cernik;
Wladimir Kadlec, ministro de Educación en el mismo Gobierno, y los cerca de
medio millón de miembros del partido expulsados por Jakes tras la invasión de
los ejércitos del Pacto de Varsovia se perfilan inesperadamente como la gran
alternativa de poder.
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