Por HERMANN TERTSCH
El País, Budapest,
24.10.89
EL ESTE CAMBIA
Los policías en Budapest habían modificado ayer su uniforme
por cuenta propia. Sobre los escudos con la estrella roja comunista de la
república popular, ya oficialmente muerta, habían pegado o cosido pequeñas
banderas nacionales o pegatinas con el escudo húngaro antiguo. Los portadores de
pancartas con lemas como "Nunca más comunismo" y "Queremos una
región libre de comunistas" eran conminados cortésmente a no pisar el
césped durante las manifestaciones, y el ya jefe del Estado, Matyas Szuros,
pronunció su alocución histórica desde el balcón que toda Hungría asocia a la
persona que de ser oficialmente un traidor ha pasado a ser un héroe de la
patria.
"Aún no sabemos qué va a ser de este edificio",
manifestaban en la sede central de la organización paramilitar comunista tres
milicianos de uniforme a EL PAÍS. En la sala principal hay un gran mural con
las dos fechas que consideran victoriosas estas fuerzas, que en palabras del
primer ministro, Miklos Nemeth, son "incompatibles con el Estado de
derecho", y en las del líder de la oposición, Miklos Haraszti, son 60.000
estalinistas en armas. Se trata de 1945, fecha de la liberación frente al
enemigo externo, y 1957, año de la victoria contra el enemigo interno, la
contrarrevolución.
En el interior del edificio de la calle de Somloi, como en
otros muchos centros de las milicias, hay un número incontrolado de armas
ligeras y semipesadas. Muchos demócratas temen la provocación, pese a las
aseveraciones del jefe de la milicia, Sandor Borbely, de que la organización
acata la decisión del Parlamento. El jefe ya ha anunciado su jubilación.
Hay provocaciones, sin embargo. Según se supo ayer, un
panfleto que llama a la reorganización de los Flechas Cruzadas, grupos
fascistas colaboradores de los nazis en la guerra, fue impreso y distribuido
por Rolad Antoniewicz, uno de los dirigentes de la asociación ultraortodoxa
Janos Kadar. Al parecer ha sido ya detenido.
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