Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Budapest
El País Lunes,
23.10.89
La proclamación de la República Húngara y el fin del régimen
socialista implantado en 1948 se celebra hoy en Budapest, entre crecientes
indicios de la desaparición de toda la herencia de los comunistas del espectro
político húngaro, incluido el recién creado Partido Socialista Húngaro (PSH).
Estas celebraciones coinciden también con el 33º aniversario de la invasión
soviética de 1956, que puso fin al levantamiento popular a favor de la
independencia y la soberanía de Hungría.
Los últimos aliados del PSH en la oposición se desmarcaron
ayer claramente de este "cadáver político", según lo calificó el
dirigente del Partido de Demócratas Libres, Miklos Haraszti. Las 200.000 firmas
presentadas por el partido de Haraszti para solicitar un referéndum que decida
si las elecciones presidenciales se deben celebrar antes o después de las
generales, son ya una inminente amenaza para el futuro político de los
"últimos supervivientes" comunistas, por muy reformadores que se
hayan presentado en los últimos tiempos. Según medios cercanos al Partido
Socialista Húngaro (PSH), son pocos los militantes del PSOH (comunista), que se
están integrando en el nuevo partido. No es el caso de que aquellos que no
ingresan en el PSH se organicen en el partido ortodoxo que intenta reactivar el
exsecretario general del POSH, Karoly Grosz. La inmensa mayoría parece decidida
a desmarcarse de ambas organizaciones, unos porque ideológicamente difieren de
ellos, y la mayor parte de los ex militantes del PSOH porque ya no pueden
esperar ventajas de esta militancia, que, por el contrario, les compromete.
Proceso de descomposición
La decisión del Parlamento de eliminar las células del
partido en las empresas, tomada en contra de la decisión del congreso del PSH,
al que pertenece el 80% de los parlamentarios, acelera el proceso de
descomposición de la organización comunista en el tejido social húngaro.
Haraszti dijo: "Supone el golpe de gracia al partido. En las empresas, el
partido podía intimidar e influir sobre la conducta del ciudadano. Allí tenía
las ventajas e inconvenientes de ser o no ser miembro del partido. Esto es de
capital importancia. Todo hace pensar que los comunistas desaparecerán del
escenario político húngaro en los próximos comicios. Ni siquiera los que más se
han querido desmarcar, como Gyula Horn o Miklos Nemeth, conseguirán salvarse.
La tesis de que necesitamos un jefe del Estado comunista o ex comunista como Pozsgay
para una transición pacífica está obsoleta".
"Los comunistas no puedan ya garantizar ninguna
estabilidad. Son incapaces de dirigir un Gobierno, porque todo gobierno
comunista sería débil y este país necesita una autoridad fuerte para hacer los
drásticos cambios necesarios en la economía", añadió Haraszti. "¿Y
qué autoridad tendría un jefe del Estado, cuyo partido después de las
elecciones consiguiera un 5%?", concluyó.
La jefatura del Estado, único cargo que podía garantizar una
mínima continuidad del régimen que hoy queda oficialmente enterrado, será
objeto de una dura campaña abierta entre las fuerzas políticas.
El Foro Democrático húngaro, que se perfila como principal
fuerza política tras las elecciones, decidió ayer finalmente no apoyar al candidato
del PSH a la jefatura del estado, Imre Pozsgay, y presentar a su candidato
propio, al profesor de etnografía, Lajos Fur. Éste anunció ayer que luchará
contra los demás candidatos en la campaña presidencial.
El Foro Democrático, cuyo nuevo presidente fue nombrado
ayer, Jozsef Antall, se desmarca así de su postura conciliadora hacia el
partido que aún ostenta el poder, ante la cada vez mayor certeza de que las
elecciones presidenciales podrían quedar pospuestas a las generales y en éstas,
el PSH y las plataformas comunistas ortodoxas podrían quedar reducidas a grupos
de mínima o ninguna representación parlamentaria.
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