Por HERMANN TERTSCH
El País, Budapest,
10.10.89
EL ESTE CAMBIA
El Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH) consumó ayer la
primera autoliquidación de un partido comunista en la historia del movimiento
obrero con el nombramiento de un viejo socialdemócrata, Rezso Nyers, como
presidente de un nuevo partido socialista. La marginación de la esfera de poder
de todos los comunistas más o menos declarados y un programa que consagra la
economía de mercado, el Estado de derecho y el pluralismo político como
objetivos máximos hacen del congreso extraordinario celebrado en Budapest un
hito histórico.
Se trata de un acontecimiento sin precedentes, tal cual es,
el proceso de desmantelamiento de estructuras dictatoriales impuestas en
Centroeuropa por el Ejército Rojo bajo Stalin, con la connivencia occidental
mostrada en los acuerdos de Yalta y Potsdam. Imre Pozsgay, líder hasta ahora de
los reformistas radicales, es ya candidato socialista a la Jefatura del Estado
y ha sido claramente superado en el congreso en radicalidad democrática y
distanciamiento de los comunistas por los dos nuevos líderes de la
socialdemocracia húngara, el primer ministro Miklos Nemeth y el ministro de
Asuntos Exteriores, Gyula Horn.
Ambos pertenecen al presidio del nuevo partido pero su
objetivo es, según medios del congreso, ir más allá de lo que se ha hecho en el
congreso en la liquidación de figuras, actitudes y objetivos del partido
comunista del que todos ellos emanan.
El congreso concluyó además con la escisión de los
comunistas de un signo u otro. Estos han anunciado que quieren reactivar el
viejo partido (PSOH) para hacer frente a la "traición a los principios
leninistas", pero sus posibilidades en las próximas elecciones parecen
mínimas, incluso para conseguir una pequeña minoría en el primer parlamento
libremente elegido en Hungría desde 1948.
Nyers fue elegido ayer presidente del nuevo Partido
Socialista Húngaro por el 88% de los delegados del congreso en Budapest en una
de las más tempestuosas jornadas de la vida política húngara de las últimas
décadas. Comenzó en Hungría una carrera hacia las primeras elecciones generales
libres a celebrar en la primavera próxima que prometen dejar a los comunistas
en la insignificancia política que sufren en la mayoría de los países europeos.
El congreso, que comenzó siéndolo del Partido Socialista
Obrero Húngaro, el partido comunista que ha gobernado Hungría durante más de
dos décadas y concluyó en la madrugada de hoy, tras la elección de una
dirección de 24 miembros en la que no hay ni un solo comunista, según palabras
del propio presidente.
La elección de la dirección del nuevo partido estuvo
precedida por violentísimos enfrentamientos verbales entre los dirigentes de
las diversas facciones y rumores de nuevas escisiones.
Duras controversias
Ya el acuerdo sobre el número del presidio fue objeto de
duras discusiones. El establecimiento de una lista común entre las diversas
tendencias fue motivo de durísimas controversias. El presidente Nyers y los
reformistas radicales de Pozsgay y Nemeth mantuvieron ayer tensas
negociaciones que en varias ocasiones acabaron en disputas a gritos. En algunos
momentos a lo largo de la tarde hacían casi inevitable una nueva división, esta
en el seno del nuevo partido socialista. Todo el debate sobre los nuevos
cuadros dirigentes y la explicación exigida por el congreso a Pozsgay, Nyers,
Horn y Nemeth sobre las negociaciones "a sus espaldas" se realizó a
puerta cerrada pese a los intentos de varios delegados de que fuera abierto.
La pugna fue tan dura que todo parecía indicar que la
dirección tuvo que renunciar a nombrar vicepresidentes ante la imposibilidad de
un acuerdo entre las diversas tendencias. "El congreso no ha sido capaz de
nombrarlos", señaló Nyers en conferencia de prensa. El ala de Pozsgay
intentó desbancar de la presidencia a Nyers en varios momentos a lo largo de la
tarde. Los rumores en continuo cambio recorrían ayer Budapest y tanto se
hablaba en un momento de la creación de un nuevo partido por parte de Nyers
para acaparar a los partidarios del PSH contrarios a "caer en manos de los
radicales de Pozsgay" como del éxito de Pozsgay en desbancar a Nyers de la
dirección.
Los rumores se desmentían unos a otros y mantenían en jaque
a toda la legión de periodistas que asistió al congreso "comunista-no
comunista" más confuso que se recuerda.
La derrota de Pozsgay, el ministro de Asuntos Exteriores
Gyula Horn y el primer ministro Miklos Nemeth al ser rechazada por amplia
mayoría su propuesta de eliminar las organizaciones del partido en las
empresas, fortaleció a Nyers que se había erigido en defensor de las mismas.
Los reformistas reaccionaron insistiendo en una composición
netamente socialdemócrata de la dirección para compensar lo que consideran
concesiones en el programa.
Esta división entre el PSH y el resucitado PSOH ya
se daba por hecha con el anuncio del ex secretario general Karoly Grosz y Janos
Berecz, antiguo ideólogo jefe del partido bajo Janos Kadar de que no entrarían
en el nuevo Partido Socialista y reactivarían el POSH.
Varios grupos ultraortodoxos se han unido a Grosz y Berecz,
entre ellos la Plataforma Marxista de Robert Ribanszky que ha acusado a
"oscuras fuerzas" internas y externas de provocar el caos y el
deterioro económico en Hungría en su lucha por desmantelar las conquistas del
movimiento comunista revolucionario.
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