viernes, 24 de febrero de 2017

EL PARTIDO COMUNISTA HÚNGARO SE HACE EL HARAKIRI POLÍTICO

Por HERMANN TERTSCH
El País,  Budapest, 10.10.89

EL ESTE CAMBIA

El Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH) consumó ayer la primera autoliquidación de un partido comunista en la historia del movimiento obrero con el nombramiento de un viejo socialdemócrata, Rezso Nyers, como presidente de un nuevo partido socialista. La marginación de la esfera de poder de todos los comunistas más o menos declarados y un programa que consagra la economía de mercado, el Estado de derecho y el pluralismo político como objetivos máximos hacen del congreso extraordinario celebrado en Budapest un hito histórico.
Se trata de un acontecimiento sin precedentes, tal cual es, el proceso de desmantelamiento de estructuras dictatoriales impuestas en Centroeuropa por el Ejército Rojo bajo Stalin, con la connivencia occidental mostrada en los acuerdos de Yalta y Potsdam. Imre Pozsgay, líder hasta ahora de los reformistas radicales, es ya candidato socialista a la Jefatura del Estado y ha sido claramente superado en el congreso en radicalidad democrática y distanciamiento de los comunistas por los dos nuevos líderes de la socialdemocracia húngara, el primer ministro Miklos Nemeth y el ministro de Asuntos Exteriores, Gyula Horn.
Ambos pertenecen al presidio del nuevo partido pero su objetivo es, según medios del congreso, ir más allá de lo que se ha hecho en el congreso en la liquidación de figuras, actitudes y objetivos del partido comunista del que todos ellos emanan.
El congreso concluyó además con la escisión de los comunistas de un signo u otro. Estos han anunciado que quieren reactivar el viejo partido (PSOH) para hacer frente a la "traición a los principios leninistas", pero sus posibilidades en las próximas elecciones parecen mínimas, incluso para conseguir una pequeña minoría en el primer parlamento libremente elegido en Hungría desde 1948.
Nyers fue elegido ayer presidente del nuevo Partido Socialista Húngaro por el 88% de los delegados del congreso en Budapest en una de las más tempestuosas jornadas de la vida política húngara de las últimas décadas. Comenzó en Hungría una carrera hacia las primeras elecciones generales libres a celebrar en la primavera próxima que prometen dejar a los comunistas en la insignificancia política que sufren en la mayoría de los países europeos.
El congreso, que comenzó siéndolo del Partido Socialista Obrero Húngaro, el partido comunista que ha gobernado Hungría durante más de dos décadas y concluyó en la madrugada de hoy, tras la elección de una dirección de 24 miembros en la que no hay ni un solo comunista, según palabras del propio presidente.
La elección de la dirección del nuevo partido estuvo precedida por violentísimos enfrentamientos verbales entre los dirigentes de las diversas facciones y rumores de nuevas escisiones.

Duras controversias
Ya el acuerdo sobre el número del presidio fue objeto de duras discusiones. El establecimiento de una lista común entre las diversas tendencias fue motivo de durísimas controversias. El presidente Nyers y los reformistas radicales de Pozsgay y Nemeth mantuvieron ayer tensas negociaciones que en varias ocasiones acabaron en disputas a gritos. En algunos momentos a lo largo de la tarde hacían casi inevitable una nueva división, esta en el seno del nuevo partido socialista. Todo el debate sobre los nuevos cuadros dirigentes y la explicación exigida por el congreso a Pozsgay, Nyers, Horn y Nemeth sobre las negociaciones "a sus espaldas" se realizó a puerta cerrada pese a los intentos de varios delegados de que fuera abierto.
La pugna fue tan dura que todo parecía indicar que la dirección tuvo que renunciar a nombrar vicepresidentes ante la imposibilidad de un acuerdo entre las diversas tendencias. "El congreso no ha sido capaz de nombrarlos", señaló Nyers en conferencia de prensa. El ala de Pozsgay intentó desbancar de la presidencia a Nyers en varios momentos a lo largo de la tarde. Los rumores en continuo cambio recorrían ayer Budapest y tanto se hablaba en un momento de la creación de un nuevo partido por parte de Nyers para acaparar a los partidarios del PSH contrarios a "caer en manos de los radicales de Pozsgay" como del éxito de Pozsgay en desbancar a Nyers de la dirección.
Los rumores se desmentían unos a otros y mantenían en jaque a toda la legión de periodistas que asistió al congreso "comunista-no comunista" más confuso que se recuerda.
La derrota de Pozsgay, el ministro de Asuntos Exteriores Gyula Horn y el primer ministro Miklos Nemeth al ser rechazada por amplia mayoría su propuesta de eliminar las organizaciones del partido en las empresas, fortaleció a Nyers que se había erigido en defensor de las mismas.
Los reformistas reaccionaron insistiendo en una composición netamente socialdemócrata de la dirección para compensar lo que consideran concesiones en el programa.
Esta división entre el PSH y el resucitado PSOH ya se daba por hecha con el anuncio del ex secretario general Karoly Grosz y Janos Berecz, antiguo ideólogo jefe del partido bajo Janos Kadar de que no entrarían en el nuevo Partido Socialista y reactivarían el POSH.

Varios grupos ultraortodoxos se han unido a Grosz y Berecz, entre ellos la Plataforma Marxista de Robert Ribanszky que ha acusado a "oscuras fuerzas" internas y externas de provocar el caos y el deterioro económico en Hungría en su lucha por desmantelar las conquistas del movimiento comunista revolucionario.

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