Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
08.10.87
Guillermo Lüttich, ciudadano alemán occidental nacido en
Argentina, dirige desde Avilés (Asturias) una red internacional de contrabando
de tabaco, en la que están implicados centros oficiales de países comunistas
europeos, funcionarios de diversas naciones y miembros de la Guardia Civil y
del cuerpo de Inspección de Aduanas de España. Esta red es responsable de gran parte
del contrabando de tabaco de marcas norteamericanas hacia Italia y España,
tanto por carretera como por mar, según reveló un programa de ZDF, la segunda
cadena de la televisión alemana occidental, la noche del martes.
En el reportaje se acusó a miembros de la Guardia Civil y
del cuerpo de Aduanas en Irún y puertos de la costa cantábrica de colaboración
delictiva, a cambio, sobre todo, de regalos, tales como vídeos y televisores.
Según el informe, la cooperación de miembros de la Guardia Civil va aún más
lejos. Un oficial del cuerpo viajó a Suiza en enero de 1986 para dar garantías
a la organización sobre la seguridad del tráfico ilegal.
Egmont Koch, autor del reportaje Sobre las huellas del
contrabando de tabaco, revela una amplia y extraña red de complicidades
que hacen posible este contrabando. Hombres de negocios suizos, transportistas
holandeses, oficinas de comercio exterior de los países socialistas y sus
servicios secretos, guardias civiles y aduaneros españoles están implicados en
el tráfico de millones de cajetillas, que en ocasiones se pagan en el este
europeo con alta tecnología que les está embargada por Occidente.
Guillermo Lüttich, llamado Pepe, está buscado por
la Interpol a instancias de la policía de la República Federal de Alemania, que
le acusa de diversos delitos de contrabando. El tribunal estatal de Hamburgo
cursó una solicitud de extradición de Lüttich a las autoridades españolas al
tener conocimiento de que desde 1983 reside en la localidad asturiana. La
demanda fue rechazada el 7 de marzo de 1986 sin alusión a razones. El reportaje
sugiere que la negativa española se debió a la intervención de influyentes
amigos del prófugo de la justicia alemana occidental. Lüttich ya fue condenado
en Hamburgo en 1976 a 18 meses por su participación en el contrabando de
cigarrillos.
El periodista Egmont Koch pasó un año investigando las
actividades de Lüttich en el comercio ilegal de tabaco, que ha reforzado en
España desde que se estableció en Avilés. También describe los resultados de su
indagación en un largo artículo en el semanario Stern que sale hoy a
la venta.
Contactos españoles
Desde Avilés, Lüttich organiza sus negocios, que, según las
investigaciones de Egmont Koch, también se extienden al tráfico de armas,
drogas y tecnología. En 1986, la policía de la RFA logró infiltrar un
confidente en una reunión de la organización celebrada el 26 de enero en
Zúrich, en la que participó Lüttich. Sus revelaciones forman parte de las
pruebas más importantes de que dispone la policía alemana occidental. No
obstante, el principal objetivo del infiltrado policial -sugerir algún negocio
a Lüttich en la RFA para detenerle allí- fracasó.
Éste llegó procedente de España y se alojó en el hotel
Bellerive du Lac bajo el nombre de Ulrich Nettich. En este encuentro
participaron varios hombres de negocios, entre ellos Werner Denz, un suizo
propietario de la sociedad Algrado AG, con sede en Münchwilen, una pequeña
localidad del Cantón de Aargau.
Su empresa, dedicada según el registro comercial suizo a
"financiaciones, comercio de mercancías" es, según sospechas de la
policía alemana de aduanas uno de los principales artífices del
contrabando".
En la reunión del 26 de enero se decidió el envío a España
de 15 contenedores de cigarrillos Winston. La entrada en España de los
contenedores por el puesto fronterizo de Irún no planteaba problema alguno,
según se aseguró en el encuentro de Zúrich, al contar Lüttich allí con
"gente que está en su nómina". Para demostrar sus "excelentes
contactos" en el norte de España, el negociante de Avilés había acudido a
la ciudad suiza con "un oficial de la Guardia Civil de Bilbao". Éste
no es identificado.
El tabaco que esta red introduce en España e Italia procede,
por regla general, de Suiza o EE UU. La mercancía de ultramar llega a los puertos
de Hamburgo, Cuxhaven o Amberes. Desde allí, una vía muy utilizada por Lüttich
en pasados años era el transporte directo a Italia por carretera, con el tabaco
escondido tras otras mercancías como alfombras o sacos de yeso. En enero de
1984, la policía descubrió en la frontera entre Austria e Italia, en el
Brenero, un cargamento de este tipo de Lüttich. Dos colaboradores suyos, que
llevaban la carga fueron condenados a cuatro años y medio y dos años de cárcel
respectivamente.
Desde entonces, gran parte de la carga hacia Italia hace
escala en un país en el que el consumo de cigarrillos Marlboro, Camel y Winston
es ciertamente escasa, Albania.
Lanchas motoras
Desde la costa albanesa, el tabaco es transportado después
en motoras, con el obvio consentimiento de las autoridades, a la costa
italiana, donde el crimen organizado se encarga de su distribución. Las
autoridades de Tirana logran así considerables ingresos en divisas
occidentales.
También el régimen de Alemania Oriental ha descubierto esta
fórmula de incrementar sus ingresos en moneda convertible y, según denuncia el
reportaje de Koch, también su acceso a alta tecnología, con la que la red
realiza también en ocasiones sus pagos.
Un juez italiano, Roberto Fucigna, de Génova, denunció esta
"relación grotesca" entre la Administración de países socialistas y
el crimen organizado.
En el sur de Italia, son la Mafia y la Camorra los
encargados de distribuir el tabaco procedente de Albania.
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