Por HERMANN TERTSCH
El País, Bonn,
02.09.87
ANÁLISIS
Erich Honecker, jefe de Estado de la República Democrática
Alemana, visitará oficialmente la República Federal de Alemania durante cuatro
días a partir del próximo 7 de septiembre. Tras muchos años de aplazamientos,
expectativas frustradas y tensiones, y por primera vez desde la creación de dos
Estados alemanes con sistemas políticos antagónicos, el máximo dirigente de la
Alemania comunista acude a Bonn a entrevistarse con el presidente de la RFA,
Richard von Weizsaecker, y el canciller federal, Helmut Kohl, en lo que sin
duda es hecho histórico. Como ha señalado el ministro de la Cancillería,
Wolfgang Schaeuble, "este acontecimiento va a despertar sentimientos profundos
y encontrados en las dos partes de nuestra patria". En la RDA, tanto como
en Alemania Occidental, algunos condenarán la legitimación que Bonn concede a
Honecker con esta visita de Estado. La mayoría, sin embargo, lejos ya del sueño
de la reunificación por la vía de una rápida desaparición del régimen comunista
en la RDA, lo aplaude como el único medio para conseguir una mayor
permeabilidad de la frontera y el muro y mejores condiciones de vida gracias a
la cooperación.
Los sucesivos aplazamientos de este viaje, que Honecker
nunca ocultó querer realizar, se debieron a diversas causas. Por un lado, los
sectores más conservadores de la democracia cristiana de la RFA han intentado
siempre evitar esta visita, que puede interpretarse como un reconocimiento
pleno del Estado de la RDA, cuyas siglas la derecha más irredenta cita aún hoy
entre comillas en su obsesión por ignorar o devaluar la existencia del Estado
alemán comunista. Para ello, siempre que el viaje parecía inminente lanzaron
campañas de ataques contra Berlín Este para crear un clima político de tensión
que impidiera la visita.
Por otra parte, los antecesores de Mijail Gorbachov en la
dirección soviética siempre vieron con recelo un posible acercamiento entre las
dos Alemanias, especialmente a raíz del despliegue de los euromisiles en Europa
occidental. En 1984 y 1985, Honecker tuvo que suspender el viaje por presiones
soviéticas.
Hoy las condiciones son muy diferentes y desde el 17 de
julio se sabe oficialmente que esta vez Honecker vendrá. La política de
Gorbachov de intensificar la cooperación con Europa occidental contempla a la
RFA como uno de los principales socios de la comunidad socialista para la
renovación tecnológica y la cooperación económica en general. Los intereses del
Kremlin y de Honecker vuelven a coincidir bajo Gorbachov, al menos en lo que a
las relaciones con Alemania Occidental se refiere.
Dos millones de viajeros
Berlín Oriental ha tomado también iniciativas para que la
mejora de relaciones sea duradera. Este año viajarán legalmente a Occidente dos
millones de ciudadanos de la RDA. De éstos, en torno al millón tienen cumplida
la edad de jubilación, tras lo cual no existen impedimentos. El otro millón,
sin embargo, son ciudadanos del Estado comunista en edad laboral o de estudio. El
canciller Helmut Kohl ha calificado los avances habidos en las relaciones
interalemanas como "un balance magnífico". Hace escasas semanas,
Berlín Este decretó una amnistía, abolió la pena de muerte y creó un alto
tribunal al que podrán recurrir los ciudadanos.
Se han firmado o concluido importantes acuerdos bilaterales,
en campos como la cultura y el medio ambiente, que exigen concesiones a ambas
partes. Y, pese al triunfalismo y la autocomplacencia de que sigue haciendo
gala el régimen de Honecker, su escasez de divisas convertibles y la necesidad
perentoria de renovación industrial le llevan a buscar nuevos acuerdos
económicos con Bonn, incluidos créditos. Honecker viajará asimismo a Renania
Westfalia, Baviera, Renania Palatinado y al Sarre, el Estado más occidental de
la RFA, en el que nació hace 75 años este comunista que habría de convertirse
en el máximo dirigente de la RDA. Pasó largos años en un campo de concentración
durante el régimen nacionalsocialista. Desde 1948 Honecker no ha vuelto a
visitar el Sarre donde vive la única superviviente de sus cuatro hermanos.
Honecker alabará en Bonn la decisión del Gobierno federal de deshacerse por fin de los 72 Pershing 1A, que se habían convertido en el
máximo, y posiblemente único, obstáculo al acuerdo entre las grandes potencias
para liquidar los misiles de medio alcance en Europa. Pero él tendrá que
afrontar las críticas por la represión de la disidencia, el uso de armas de
fuego en la frontera y el muro de Berlín y la renuncia obligatoria a contactos
occidentales de gran parte de su población.
No obstante, y gracias en gran parte al empuje Gorbachov
-la nueva situación política internacional creada tras el acceso del líder
soviético al poder- las dos Alemanias se encuentran en el mejor momento
político para entenderse desde que existen.
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